Sí, necesitamos un buen educómetro: un instrumento adecuado para medir la educación o, hablando con rigor, un conjunto de procedimientos e instrumentos que nos ayuden a determinar la calidad de nuestra educación. Cada año habría que aplicar el educómetro, difundir los resultados, debatir, decidir y actuar. No sería tarea solamente del Ministerio respectivo, sino de estudiantes, docentes, directivos, supervisores, padres, madres y, en fin, de todas y todos, porque a todas y todos nos debe interesar que nuestra educación sea cada día mejor.
En verdad, lo necesario son dos educómetros: uno minucioso para cada plantel y otro más aproximado para una visión general. Creo que un buen educómetro nacional puede tener tres partes: indicadores cuantitativos; encuestas a estudiantes, docentes y representantes, y estudio de productos estudiantiles. En cuanto a los indicadores cuantitativos, el reto es conformar un grupo selecto que toque lo más importante: si son muchos se pierde impacto y la reflexión y la acción no se ven favorecidas. Por eso, unos dieciséis indicadores serían suficientes. Entre ellos debería estar, en primer lugar, la tasa de escolaridad: cuántos niños, niñas o jóvenes de cada edad están en la escuela y en qué grado o año. También, cuál es la deserción en cada grado, así como cuántos repitientes hay.
Estos datos, como muchos otros, tienen que disgregarse por género, entidad estadal y tipo de plantel, pues los promedios nacionales impiden ver dónde hay problemas. Interesa saber cuál es el nivel educativo de los docentes, así como cuántas horas de formación en servicio han recibido en los últimos cinco años. Importan las inasistencias docentes en el año, ya que un factor clave para una buena escuela es que el docente falte lo menos posible. El número de estudiantes por sección es otro dato básico: en las aulas de 38 o 40 se aprende menos. ¿Cuántos libros y cuántas computadoras hay en cada plantel? El educómetro debería responder esta pregunta. ¿Cuál es el sueldo promedio y el rango de sueldos de los docentes? Son dos asuntos inapelables, pues tan exigente labor necesita una remuneración acorde. Finalmente, el gasto por alumno es dato fundamental: el milagro de la escuela buena y muy barata es escaso. REGRESAR |