El 32% de los latinoamericanos viven en tugurios. Habitan en viviendas precarias, con infraestructura y servicios inadecuados, tenencia de la tierra irregular, y en hacinamiento. En favelas en Brasil, cantegriles en el Uruguay, pueblos jóvenes en el Perú, Villas Miserias en Argentina, y muchas otras formas similares en todo el continente. En América Latina la población urbana significa ya el 75% de la población total. El 50% de esa población urbana vive en tugurios en Belice, Bolivia, Guatemala, Haití, Nicaragua y Perú.
Esa situación los hace vulnerables en múltiples planos. En términos de salud, crea serios riesgos. Se estima que 60 millones carecen de agua potable, 120 millones no tienen instalación sanitaria, y los que tienen agua la encuentran altamente contaminada, porque las aguas servidas de 210 millones de latinoamericanos se descargan sin tratamiento. Según la Organización Mundial de la Salud uno de cada tres niños en el mundo muere por problemas de contaminación. A ello se suman las contaminaciones de agua causadas por industrias no responsables. Como por ejemplo, la que produjo una empresa que contaminó con cromo hasta su reciente clausura, a un río subterráneo de agua potable que llegaba a un millón de casas en el "Gran Buenos Aires" argentino generando cáncer y otros males.
En materia de educación el hacinamiento y la falta de condiciones básicas en el hogar, son factores determinantes en el bajo rendimiento escolar y en las altas tasas de deserción de los niños pobres.
Por otra parte, la vulnerabilidad se pone al rojo vivo ante las catástrofes naturales como la que acaba de asolar a Perú, y las que se dieron en Centroamérica, y New Orleans. Los pobres viven en las zonas más expuestas, sus precarias viviendas no tienen defensas antisísmicas, y en la mayor parte de los países no hay sistemas adecuados de prevención y ayuda para ello. En el Perú, según indican los datos reportados, los mismos hospitales de la región afectada no tenían bases antisísmicas. De allí que las víctimas de las catástrofes, cada vez más recurrentes por el cambio climático, son principalmente los pobres.
El Fondo de Población de Naciones Unidas acaba de advertir que los pobres formarán gran parte del crecimiento futuro de las ciudades, y que deben respetarse sus derechos a la ciudad (no intentar expulsarlos),y planificarlas de modo "que las familias pobres puedan disponer de un lote con suficiente superficie y acceso a abastecimiento de agua, saneamiento, energía eléctrica y transporte, donde construir su vivienda y mejorar su vida".
Los 128 millones de pobres que sufren condiciones casi invivibles en sus tugurios, requieren políticas proactivas que les aseguren estos derechos básicos. De lo contrario, puede producirse lo que previene el sistema de agencias de la Organización de las Naciones Unidas: "De no emprenderse acciones certeras y masivas la acumulación de carencias podría llegar a ser inmanejable en muchos países de la región".
Asesor Principal de la Dirección para América Latina del PNUDE/ONU
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