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Pasar cerca de las oficinas de los organismos oficiales encargados de la vivienda permite visualizar el tamaño de la crisis habitacional que padece Venezuela.
Entre Chacao y El Rosal deambulan cientos de familias que en fila india esperan, planilla mediante, que el Gobierno logre resolver sus carencias de techo.
En su mayoría son hombres y mujeres pertenecientes a los estratos más populares. Muchos son damnificados de Vargas, Mérida y otros estados donde las lluvias de ahora y de ayer se llevaron el precario hogar que poseían. Es interesante saber qué siente un venezolano que ve a diario este panorama, pero no menos acuciante es conocer la opinión de un experto en esta materia, como Miguel Méndez Rodulfo, coordinador del sector vivienda del área de políticas públicas de Un Nuevo Tiempo.
“Lo que vemos es la constatación de un fraude”, espeta Méndez Rodulfo, un hombre que por mucho tiempo estuvo ligado a la industria petrolera pero que ahora adelanta un proyecto integral sobre el problema de la falta de techo, en conjunción con las universidades y grupos de opinión.
–La política en materia de vivienda no existe. Año tras año, el Gobierno ha ido tras una quimera que se ha trastocado en un robo.Cuando uno examina los ingentes recursos asignados al sector, que sumaban hasta el año pasado 10 billones de bolívares, y los compara con los guarismos sobre viviendas construidas, que apenas sobrepasan las 68.000 unidades, no puede sino concluir que aquí ha habido un fraude que ha secuestrado las esperanzas de las familias más necesitadas–, afirma Méndez Rodulfo.
Entre las conclusiones del estudio de este consultor gerencial venezolano sobresalen las siguientes:
Luego de ocho años, la gestión muestra resultados pobres y mediocres.
Resulta evidente el rotundo fracaso de la administración militar.
El aparato burocrático está dando muestras de su incapacidad para entregar los recursos asignados a los organismos del sector.
Existe una marcada exclusión del sector privado.
Está claro que el Gobierno subvenciona a otros países en desmedro del promotor nacional.
UN DERECHO CONCULCADO
El derecho a la vivienda digna es uno de los puntales de la Constitución, pero en la vida real se ha convertido en sal y agua, sobre todo para aquellos que carecen del mínimo capital de inversión.
Sólo basta mencionar que el déficit habitacional pasó de 880.083 unidades habitacionales en 1999 a 1.800.000 en 2007.
Así como existen las maldiciones en el beisbol, también parecen existir en la política pública destinada a entregar una casa a cada venezolano.
Tal vez el país padece la maldición de Rafael Caldera, el primer presidente que prometió construir cien mil casitas por año, pero que cumplió apenas una vez y nunca más mandatario alguno ha logrado superarlo.
–Caldera fue el primero en forjarse una meta que logró a duras penas. De ahí en adelante no hubo una política consistente que mantuviera y mejorara esa cifra. Por el contrario, el país cayó en los baches que hoy estamos viendo. Y eso estriba en que los gobiernos democráticos han caído en los controles de precio y en las regulaciones, lo cual ha desestimulado a los constructores– explica Méndez.
“Pero 68.000 casitas en ocho años no es una cifra perversa, es un estruendoso fracaso.
Sólo veo dos salidas: organizar el país y desmontar los controles. Este país puede colocarse a la par de Colombia y Chile, que están construyendo 150.000 viviendas por año, solamente incentivando al sector privado”, sostiene el experto.
En el plano histórico, el período de mayor florecimiento de la construcción de viviendas fue el perezjimenista, y a decir de Méndez Rodulfo la clave estuvo en que no hubo regulaciones.
Algunos de los abuelos que sobreviven hoy recuerdan la construcción de obras como la avenida Victoria y urbanizaciones como San Bernardino, adonde llegaban inquilinos a los que se les daban hasta tres meses muertos en apartamentos listos para estrenar. Luego vino la regulación de alquileres y la explosión de la propiedad horizontal y se abandonó
la construcción de apartamentos para alquiler.
Méndez Rodulfo tiene bien precisado el déficit de hoy:
“Hay un déficit funcional que abarca 1 millón de unidades y que se corresponde a las familias que no poseen vivienda, las que conviven arrimadas en casas de sus padres o familiares, o compartiendo con otros grupos o núcleos familiares, en su mayoría en condiciones de hacinamiento, y que son propensas a la separación –a ocupar otra vivienda– cuando se presenten condiciones que lo permitan”.
“El otro es un déficit estructural que abarca 800 mil unidades, que corresponden a viviendas familiares ocupadas y clasificadas como inaceptables, en cuya estructura predominan materiales catalogados de desecho, tales como caña, palma, cartón, latones y similares. Es decir, los propios ranchos”.
• MISERIA DEL POPULISMO
Miguel Méndez Rodulfo coincide con otros estudiosos de la materia en que el populismo es la clave para interpretar lo ocurrido. Los gobiernos han estado convencidos de que son ellos y solo ellos los que pueden construir viviendas, y nada parece más lejos de la realidad.
“La verdad es que la gente no ha parado de construir sus casas en los barrios que circundan las principales ciudades. Lo hacen en precarias condiciones, pero resuelven su problema.
Y el sector privado, que es el llamado a dinamizar la economía, se ha visto trancado por las regulaciones”, explica este estudioso.
Agrega que el congelamiento de los alquileres está ahogando al sector construcción.
En los países desarrollados la gente utiliza su capital para promover la construcción de casas que en su mayoría están destinadas al alquiler. Aquí es al revés.
–Yo pertenezco a una generación que creció en viviendas alquiladas. Luego y gracias al esfuerzo de nuestros padres nos hicimos profesionales y pudimos comprar vivienda, pero nadie o muy pocos tomaban el capital para emprender negocios porque la vivienda es primordial.
En los países desarrollados, debido a que existe sobre oferta de vivienda de alquiler, la gente puede optar por los negocios y posteriormente comprar, y eso es lo que hace que la economía florezca.
• CERRO ES CERRO
“Ni un rancho más”, dice la propagando oficialista.
Pero Méndez Rodulfo considera esto como una política reaccionaria, debido a que los cerros no desaparecerán porque allí han vivido abuelos, padres, hijos, nietos que están pidiendo mejoras, no que los echen. Según este experto, ciertamente hay que bajar la densidad poblacional de esos barrios, pero sin borrarlos del mapa, porque esa gente no abandonará jamás sus casas.
–Allí hay que crear áreas vivibles que terminen como esas hermosas colinas griegas que, pintadas de blanco, constituyen atractivos turísticos.
Esas fueron barriadas a las cuales se les dio un toque comercial y atractivo turístico.
Pero lo que aquí se propone es una ciudadela socialista, como la que sustituirá al barrio Federico Quiroz, donde actualmente hay casas de dos y tres plantas con más de 200 metros de construcción y que está habitado por más de 25.000 familias.
–Ese barrio será demolido y en su lugar se construirán bloques de cuatro pisos donde serán alojados los más asiduos seguidores del Gobierno, y sus actuales pobladores deberán mudarse 20 kilómetros hacia las afueras de Caracas. REGRESAR |
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