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Hace un par de días fuimos a cenar a casa de unos amigos tanzanios, que nos invitaron con motivo de las festividades navideñas.
Como plato de entrada nos ofrecieron un caldo verde, de receta tan portuguesa como los apellidos de nuestros anfitriones: una familia de ascendencia hindú, radicada en Tanzania un par de generaciones atras, y que a las claras mantienen fuertes rasgos culturales portugueses.
Tanzania es un país tropical, ubicado en la parte central de ífrica, que nace tras la unión de dos estados Tanganica y Zanzíbar en 1964.
De tamaño muy similar a Venezuela, Tanzania tiene una población de unos 42 millones de habitantes que dependen principalmente de la agricultura y la minería para su subsistencia.
Es un país de los llamados en vías de desarrollo, en el que se hablan unos 127 idiomas diferentes, siendo el bantú el mas común de ellos, y la pobreza una característica ampliamente compartida.
Tiene una historia interesante desde el punto de vista étnico y cultural, comenzando porque en ese país, mas precisamente en la llamada Garganta de Olduvai, se encuentran las huellas mas antiguas conocidas de la humanidad: 3,6 millones de años.
Mas recientemente, siguiendo la suerte del comercio de las especies, su litoral y los territorios insulares han sido objeto de dominación arabe, portuguesa, alemana y britanica.
Literalmente, las especies han condimentado cultural y étnicamente a un pueblo mayoritariamente bantú.
Nuestro anfitrión, culto y gran conversador, enterado por su cuenta de la suerte que hemos corrido los venezolanos, nos comentaba que el trance por el que pasa Venezuela se parece en gran medida a épocas ya superadas en su país natal. Según cuenta, décadas atras, Tanzania abrazó el comunismo y se alineó con la Unión Soviética, China y Cuba en la persecución de ese ideal particular igualitario.
Recuerda que siendo niño, en la escuela debían pararse junto a la carretera, con banderas cubanas en alto, para saludar a los altos dignatarios cubanos que la isla caribeña enviaba para fortalecer las conexiones entre los dos países. Hubo en esa época, como hoy en Venezuela, una gran cantidad de expropiaciones, escasez y racionamiento.
El país se empobreció mas de lo que estaba, y los padres de nuestro amigo, preocupados por el destino que tendría él en Tanzania, lo enviaron, hace unos 20 años, a estudiar al exterior y le abrieron las puertas de un futuro distinto. Fue considerado afortunado por sus pares. No todos tenían la misma suerte, incluso en su propia familia.
Como para darnos esperanzas, nos contó que Tanzania abandonó el comunismo y abrió su economía nuevamente al mercado, y desde entonces las cosas han marchado bastante mejor en su país.
Familiares y amigos, que lo envidiaban por haber emigrado a Canada, ahora se ufanan de contar con un mejor tren de vida, en términos de poder adquisitivo, que el que tiene mi amigo en este país.
Aún así, no tiene intenciones de volver. Según cuenta, no sabría como sobrevivir en Tanzania, un país en el que la corrupción es necesaria hasta para mover el engranaje mas pequeño del sistema.
El asunto es como para pensarlo.... REGRESAR |
| Fecha publicada: 27/12/2014
Fuente: El Tiempo
Tema: internacional
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