Alos 25.245 planteles de educación básica y secundaria que existen en el país (Informe Provea 2005-2006), también se asoma la violencia. Pronto los niños, niñas y adolescentes reiniciarán sus actividades con el entusiasmo del nuevo período escolar, al igual que los sinoficio que revoletean como aves de mal agüero alrededor de colegios y liceos, buscando captar la inocencia juvenil. Quedó del ciclo pasado, el amargor de la pornografía infantil que penetró en instituciones públicas y degeneró en escándalos, los que desertaron por la inseguridad y los que ya no van a clases porque delincuentes los desviaron del camino a la escuela. Sin embargo, el gran saldo fueron los pequeños y jóvenes que continuarán su educación formal. A ellos es quienes posiblemente haya que alertar sobre las drogas, sexualidad, y las malas compañías.
Así es como la Policía de Chacao, Polisucre, Polivargas, Polihatillo, han desarrollado programas de prevención a través de la formación de Brigadas infantiles y juveniles en los centros educativos de sus jurisdicciones.
“En Chacao tenemos cerca de 600 brigadistas que estudian en los diferentes centros de educación del municipio, incluyendo el segmento de preescolar. El objetivo es generar acciones de prevención y participación que disminuyan los niveles de violencia en los planteles y también promuevan un comportamiento de sana convivencia ciudadana fuera de éstos”, comenta el comisario Carlos Vargas Carrera, director de Gestión Policial de Polichacao.
Fortalecer el entorno educativo, social y familiar son asuntos que forman parte de la misión de las brigadas. Se entrenan durante 8 meses, período en el cual reciben formación en Desarrollo comunitario, Deberes y derechos según la Lopna, Prevención contra la violencia familiar, Sustancias estupefacientes y psicotrópicas, Defensa personal, deportes y recreación. “Otro de los aspectos de los cuales se les habla a los muchachos, es acerca de la seguridad y prevención en la calle, porque a muchos los abordan a la salida de sus planteles, en la parada del transporte público, en la esquina próxima al liceo o incluso dentro del propio colegio, y con el fin de reforzar una relación con los funcionarios policiales, visto como un ciudadano más, se produce el acercamiento”, refuerza Vargas Carrera.
En este sentido cuentan con importantes logros, como la paz que regresó al liceo Gustavo Herrera, que presentaba cada año alrededor de 36 disturbios por causas distintas. “A través de la utilización integral del tiempo libre y el fortalecimiento de valores, bajó la violencia en el liceo y sobre todo el tráfico de sustancias tóxicas”.
VARIOS TIPOS DE VIOLENCIA
De acuerdo con el estudio sobre la Violencia contra los Niños, Niñas y Adolescentes en Venezuela, realizado por el Centro para la Paz y los Derechos Humanos de la Universidad Central de Venezuela (UCV), y la organización no gubernamental de promoción y defensa de los Derechos de la Niñez y Adolescencia, Cecodap, en el contexto escolar se destaca que “la violencia no se encuentra ‘lejos’ ni en los ‘alrededores’ de las instituciones educativas, sino también en su propio seno”.
Durante las entrevistas realizadas a los adolescentes, la violencia fue el principal problema identificado en los liceos; y también fue causa del fenómeno de “deserción”, ante su exclusión del escenario escolar.
“La violencia se observa en las escuelas también.Yo opino que igualmente se da con los profesores, donde hay profesores que quieren dominar al alumno y pienso que somos iguales, porque tanto el profesor tiene que aprender del alumno y el alumno del profesor.Tiene que haber una balanza”, refiere uno de los jóvenes citados en el informe de Cecodap.
NECESIDADES DE LOS JÓVENES
Armando Cohen, especialista en terapia Gestalt, coordina talleres de prevención contra las drogas en liceos caraqueños. Dice: “Los muchachos tienen una necesidad: que les hablen de las drogas, que los orienten, que les den herramientas para no caer en el consumo de las drogas.
Que les hablen de los modelos nocivos y de los modelos nutritivos.
Cuando logras encausar e interesar a un joven, hay logro. En el José Alberto Belandria, en el primer trienio del 2000, conseguí 14 jóvenes menores de edad embarazadas. Al año siguiente hubo sólo 3, después de los talleres de sexualidad que dictamos.
A mí me llegó una adolescente que me dijo: Armando, allá arriba en las cuevas (en La Trinidad) hacemos unas orgías de drogas y sexo fenomenales.
Tenía 15 años”.
Cada quien trata de dar su aporte para proteger a los jóvenes porque son las principales víctimas de la criminalidad, de hecho lo demuestran las investigaciones de victimización (Conarepol, 2007).Y en los colegios o en el camino, es donde ellos aprenden lo formal y lo informal, en lo segundo está el riesgo y si hay un brigadista que pueda ayudar a reorientar, bienvenido sea. REGRESAR |