Vi al arquitecto Fruto Vivas en TVES entrevistado por Eleazar Díaz Rangel. Asesor de muchos gobiernos, Fruto siempre ejerce su papel de hombre de ideas que aspiran a ser geniales. Me recuerda al brasileño Sergio Bernardes, ya fallecido, con quien departí una vez largamente. Tiene propuestas para todas las situaciones. Decía en ese programa cosas de variada credibilidad, como que la avenida Bolívar iba a ser peatonal, que en los cerros ocupados por los barrios de Caracas se podrían cultivar hortalizas, que discutió con el Führer sobre el “eje norte llanero” y mostró dibujos rápidos para La Carlota (que calificó de Proyecto), con la pista de aterrizaje para aviones de emergencia “para casos de transplante de hígado”, atravesando arboledas, lagos y cultivos y una enorme zona hacia su extremo Oeste para un helipuerto sirviendo a la Fuerza Aérea.
No dijo, por cierto, al menos en el segmento que yo vi, nada sobre la “ciudad socialista”.
Me distancio de sus criterios para el desarrollo de La Carlota, sobre todo de conservar la inútil pista, pero no de una afirmación que hizo tajante: no se deben construir allí las viviendas que se han anunciado.
Y me pregunto si Fruto que según se deduce de la entrevista está dispuesto a poner alguna rodilla en tierra, no sería el mejor embajador de todos los arquitectos de Venezuela para hacer entrar en razón al Führer y decirle que frene la construcción de las anunciadas viviendas. Fruto podría desempeñar el papel que al Jefe se le ha asignado en relación a la guerrilla colombiana, el de mediador. Que lo convenza de que nosotros, los cachorros del imperio, unidos a los que ponen una rodilla en tierra, no quisiéramos ver a La Carlota transformada en una colcha de retazos. La Carlota hay que preservarla para darle a Caracas lo que más necesita: espacios abiertos.
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