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No podía ser de otra manera: el presidente Chávez jamás da a conocer sus proyectos bolivarianos sin provocar abiertamente un enfrentamiento con los sectores que le son adversos. Ayer amenazó con clausurar las escuelas privadas que, según su manera de ver las cosas, se oponen al modelo que cree el más conveniente para enseñar a nuestros niños. Pero de lejos se le ve el tramojo: lo único que persigue el jefe del Estado es que se produzca un choque de opiniones y surja un lucha de contrarios, para sabotear cualquier entendimiento posible entre los venezolanos.
Cada vez que el primer mandatario quiere imponer una idea, de inmediato provoca a la oposición y se trenza en una batalla comunicacional que sólo le es necesaria a él, para así poder reafirmar sus propuestas. El quid de la cuestión está en que obliga a sus adversarios políticos o sociales a combatir en un terreno donde el Gobierno siempre está en ventaja.
Y la primera de estas ventajas es que el Presidente dispone de una posibilidad que sólo se activa de su lado: son las cadenas radio televisivas que convoca para colocar "su problema" o "su preocupación" en el centro del debate público. Cuando sus opositores le contestan o intentar rebatir sus argumentaciones, con llamados a la reflexión o al intercambio de ideas, entonces los aplasta con maratónicos discursos donde él es la única voz cantante.
Si a ello se le agrega el que, con frecuencia patológica, le endilga sobrenombres, les lanza temerarias acusaciones y los somete a la burla pública (todo a través de los medios de comunicación del Gobierno), entonces nos damos cuenta de que ese lugar donde nos incita a debatir el Presidente no es un sino un campo de batalla previamente delineado, en el cual las emociones y las manipulaciones mediáticas están por encima de las ideas.
Es verdad que la oposición tiene abierta la posibilidad de responder públicamente a los argumentos del Gobierno, pero siempre como un eco débil, como una defensa ante un ataque, y sin capacidad real de derrotar las propuestas que el Presidente lleva al campo de batalla. La cuestión reside en que las fuerzas oficialistas, siendo superiores en número, con mayores recursos y mejor organizadas, provocan un encuentro en el cual sus enemigos llevan las de perder.
Ayer, por ejemplo, el Presidente dijo: "La sociedad no puede aceptar que el sector privado haga lo que le de la gana", aprovechando la oportunidad del primer día de clases, llevando al terreno de la educación católica y privada el problema del nuevo currículum escolar. Se trata, sin lugar a dudas, de una táctica de distracción, porque el Gobierno ha fracasado otra vez en cumplir con las metas prometidas en el sector educativo.
Centenares de escuelas están en el mayor de los abandonos, no se cumple con los horarios ni con la dotaciones y los maestros están a la intemperie porque sus sueldos y pagos de bonos no han sido cumplidos. Ese es el origen real de los insultos y las provocaciones oficiales. REGRESAR |
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