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Aprovechándose del sentimiento popular que siempre se queja del costo de los servicios que recibe, de los peajes, de los impuestos, de todo, se ha pretendido generar una matriz de opinión que define el problema de la salud en Venezuela como derivado de los precios que cobran las clínicas privadas. Cierto o no, goce o no de credibilidad, al menos es el único tema en el tapete. El presidente ha logrado desviar la atención del verdadero culpable y con ello ha creado un nuevo enemigo público: Los oligarcas de bata blanca.
Aunque los hechos y las estadísticas apunten a lo contrario, se manipula al pueblo con base en su ignorancia. La Organización Mundial de la Salud precisa un estándar de camas hospitalarias por cada mil habitantes entre tres y cuatro, llegando a 4,5 camas por mil en poblaciones urbanas. Venezuela cuenta con 35.000 camas públicas y se estima en 17.000 las privadas. Deberían ser 121.000 en total. Faltan entre 30.000 y 60.000 camas para atender debidamente a la población. ¿Y sobre quién reposa la responsabilidad de la Salud en este y cualquier país?
Las estadísticas del propio Sisov señalan que el gasto e inversión social del Gobierno destinado a la Salud ha venido reduciéndose de un 16,6% en 1998 a alrededor del 12% en años recientes. Un informe de la Secretaría de Salud de la Alcaldía Metropolitana indica que a esta se le restringen los recursos solicitados en un 78%, siendo la limitación más grave aquella destinada a la partida de activos reales, es decir, los destinados a la ampliación de la red hospitalaria.
Las cifras de Provea reflejan que de las denuncias recibidas respecto a la Salud Pública en Venezuela, un 47% se refieren a las carencias de suministros y material médico-quirúrgico. Para nadie es un secreto que en la gente se muere esperando cama en un hospital y que deben traer sus propios insumos para ser atendidos. Otro 8% apunta a la inseguridad en los hospitales, 7% refleja el deterioro de las instalaciones físicas y 6% denuncia el jineteo de pacientes de hospital en hospital.
El hecho es que los empleados públicos exigen pólizas de seguro colectivo privadas para poder acudir a las clínicas privadas a pesar del mandato de eliminarlas. Y se siguen contratando y renovando. Las primas crecen exponencialmente y alcanzan ya los Bs. 3,5 Billones, es decir US$ 1.627 Millardos para el año 2006, y las Aseguradoras pasan a representar el 85% del ingreso de las clínicas privadas. ¿Y es que dónde cree usted que se hospitalizan los jerarcas del Gobierno y sus familiares, con quién se ven sus hijos?
Pretendiendo que la culpa del colapso de la Salud en Venezuela la tienen las clínicas privadas, se proponen regularlas o —peor aún— estatizarlas para convertirlas, por las buenas o por las malas, en 400 hospitales más, mal dotados como el resto y con médicos mal pagados, a menos que sean cubanos. El hecho es que apenas un 4,8% del presupuesto familiar se destina a la Salud. Por encima están los alimentos y bebidas, el transporte y el vestido y calzado que representan más del 52% del consumo mensual promedio. En cuarto lugar están los restaurantes y hoteles. La Salud ocupa el noveno lugar, apenas por encima de los servicios básicos del hogar, teléfonos, luz y agua. De este porcentaje, sólo un 15,5% se destina al pago de hospitalizaciones (la gente no se hospitaliza todos los días, mas sí compra medicinas casi a diario), gasto que recogen mayoritariamente las pólizas de seguro. Cualquier regulación tendría un impacto de apenas el 0,11% en nuestros bolsillos. ¿Se tapan los millones con las lochas?
El problema de la Salud en Venezuela no es el costo de las clínicas sino el colapso del Sistema, la ausencia de una Seguridad Social Integral. Es un problema de calidad más que de costos. Es un problema de cantidad, de capacidad, y de alcance. ¿Y quién tiene la responsabilidad de resolverlo?
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