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Las enfermedades de los venezolanos son un misterio para la ciencia. No tienen ningún tipo de basamento, y por lo general el pronóstico es positivo y de rapida mejoría. Las enfermedades venezolanas duran pocas horas, y casi siempre se curan con descanso, un tecito, y en casos de mucho cuidado, con una comida.
Las madres son los primeros paladines en eso de prevenir las enfermedades propias del gentilicio. Uno de los principales causantes de estas enfermedades, con rango de pandemia, es el terrible y muy temido vector epidemiológico conocido como 'sereno'. En el medio asistencial venezolano se sabe que no hay cura para esto, y que las medidas tomadas para su prevención, son simples paliativos.
Siempre tendremos presente la imagen de nuestras madres corriendo detras de nosotros gritando: 'ponte la camisa, que te va a pegar el sereno'; 'muchacha, arropa al niño que le va a dar el sereno'; y como diagnóstico definitivo para muchas dolencias: 'eso te dio porque te serenaste'. No hay pruebas científicas tangibles de la existencia del 'sereno', pero a su paso caen miles de venezolanos como moscas.
Cada quien tiene también su repertorio de síntomas y enfermedades, por lo que no es extraño saber que a alguien le dio un 'vahído'; y que mucha gente debe detenerse descansar un momento por causa de un 'tun-tún'; ante un susto, se sienten 'palpitaciones' y 'taquicardias'; otras veces se sienten 'punzadas'; y es común oír que fulano 'agarró un aire' o 'agarró frío'. Y uno mismo escucha con consternación cuando nos enteramos que a alguien le dio un 'yeyo', que lo dejó largo a largo en el suelo.
Aplaudimos la pericia y profesionalismo de los médicos nacionales, indudablemente los mejor preparados a nivel mundial, quienes ponen a prueba todos sus conocimientos para identificar y tratar estas enfermedades que únicamente se originan en territorio nacional. Todo comienza cuando llega el paciente y va relatando con angustia la relación de síntomas que han hecho de su vida un valle de lagrimas: 'Doctor, es una puntada que empieza en el costado, corre hasta el ombligo y se queda allí un ratico. Sube por el hombro, se va por el brazo izquierdo, llega al pecho y se queda latiendo allí otro rato, y luego me da un dolor de cabeza'.
El doctor va escuchando con toda atención, tratando de identificar las señales que le permitan dar un diagnóstico certero. Luego de examenes, tratamientos y vuelta a consular, llega el momento tan ansiado: 'doctor, ¿qué es lo que tengo?'. Y el doctor, en uso de toda su sapiencia, da su veredicto: 'amigo, usted lo que tiene es hambre'.... REGRESAR |
| Fecha publicada: 18/09/2016 Fuente: El Tiempo Tema: salud
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