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El golpe de la demanda de Exxon-Mobil aún lo tiene turulato. Y no es que nos alegremos de cuanto sucede, pero era previsible que en algún momento se escapara una liebre del esquema de patadas públicas a las operadoras extranjeras. Además, asombra que no se haya evitado todo esto. Mientras esto sucede los venezolanos no sólo arrancamos mal el año sino que rematamos la angustia con la cual cerramos el año anterior.
Ahora ya no es suficiente estar al borde de la guerra con Colombia sino que, por si ello fuera poco, estamos en plena batalla contra antiguos socios, siempre clientes y generadores de opinión pública y criterios financieros. ¡Casi nada¡. Mientras, nadie pensó en qué iba a pasar con el riesgo país y los bonos de deuda pública venezolana. Nadie pensó en cuánto empleo iba a quedar en pura posibilidad ya que el dinero que los crearía...pues no viene. Huye el capital espantado por un Estado que no sólo no le paga a los antiguos socios que ha mandado al carrizo sino que también tiene por norma retirarse de todo órgano internacional donde se decide algo en contra de Venezuela. Pero todo esto no es más que un síntoma de la enorme desesperación del caudillo que sabe que su popularidad se viene a menos, que nadie sino los asistentes a su programa dominical se ríe ya de sus bromas y que así carajee a su mismísimo padre la credibilidad no regresa. Así como está es más peligroso que nunca...porque puede tomar iniciativas de irracionalidad enfermiza suprema...ya sin atisbo de comedimiento alguno. Por eso advierto que en esas condiciones su entorno debe estar reflexionando acerca de tres verdades: a) en estas condiciones este hombre no puede enfrentar unas elecciones regionales; b) las oportunidades las pintan calvas y este pareciera ser el propio momento para salir corriendo; y c) con este tipo de gabinete y de acciones no queda por delante sino el precipicio.
Suena el tic-tac...y los primeros que lo escuchan son aquellos que hasta ayer nomás le jalaban a Chávez y que ya marcan distancia.
Por correo
Jonathan Hernández, con cédula y teléfono en la misiva, escribe para denunciar cómo fue agredido junto a su familia, por un funcionario de la línea Espartaco 69 dentro de las instalaciones del Hotel Bella Vista, en Margarita. 'Estando de vacaciones en Margarita, alojados en el Hotel Bella Vista, habitación 728, decidimos el 10 de enero de 2008, comer en la calle 'El Hambre'. Allí tomamos un taxi perteneciente a la Línea Espartaco 69. Le solicitamos al chofer bajar el volumen de la música, éste se molesta y nos pretende dejar botados en plena autopista. Mi cuñado, mexicano, le dice: 'Oye, a mí me dejas en el hotel pues tú estás prestando un servicio'... el conductor, entonces, saca un palo y nos azota, se producen unos empujones pero controlamos la situación.
Aparece un taxi de otra compañía y se ofrece a llevarnos. Al bajarnos en el hotel vemos que vienen hacia nosotros más de 14 personas de la línea Espartaco 69 que se bajaban de más de 8 unidades de transporte, debidamente uniformadas con camisa azul y pantalón oscuro con el logo de Espartaco 69, sin mediar palabra alguna nos empiezan a golpear ya dentro de las instalaciones del hotel.
A mí me fracturaron el tabique de la nariz y produjeron un esguince en la costilla derecha. Mi hermana Marielena (quien tenía dos años sin venir a Venezuela, pues está residenciada en México) la golpearon en la cara. Mi cuñado mexicano le dislocaron la mandíbula y partieron el labio superior. Nuestro amigo Simón Pérez, lo golpearon y produjeron lesiones y hematomas en todo el cuerpo.
Lo más grave del cuento, es que el personal del hotel no hizo nada en defensa de sus huéspedes y la policía del estado Nueva Esparta tampoco. Al contrario, esa misma noche al poner la denuncia, los policías pidieron a estos visitantes de Margarita, 2 millones de bolívares para 'ayudarlos', ya que la Línea Espartaco los había denunciado como atracadores ¿Qué tal? REGRESAR |
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