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Dando muestras de la escasa buena educación democrática de sus funcionarios, el actual Gobierno insiste en presionar a favor de reformas educativas de fondo, sumamente graves, que colocarían a nuestros niños, niñas y adolescentes con un pie en el abismo de un sistema totalitario.
No nos preocupa que esto pueda materializarse, ya que es tan descabellado que caerá por su propio peso. Sin embargo, es inquietante la batalla que deben dar padres y maestros para detener semejante disparate.
'Con mis hijos no te metas', fue la consigna del año 2001 al salir los venezolanos por primera vez a la calle. Hoy, pareciera que aún no entra en los oídos sordos por el mareo que da el poder. Quizá los operadores políticos del régimen, contando con su permanencia eterna en el poder, desean con urgencia neutralizar una generación futura que pueda seguir los pasos de la de mayo de 2007.
El problema es que estamos ante un proyecto político que no concibe la educación como instrumento de elevación de la ciudadanía y del país; sino como una oportunidad de oro para adoctrinar y anular a la juventud. O mejor aún, sumarla a sus filas, tras aturdirla de ecos trasnochados de ideologías fracasadas.
Se cuestiona la mínima cantidad de estudiantes de sectores populares que llegan a las universidades públicas; mas no se habla de todas las deficiencias que acompañan al estudiante durante este penoso trayecto: pobreza, hambre, desnutrición, inseguridad y delincuencia.
Lo cierto es que de nada valdrá crear universidades a diestra y siniestra ni suprimir pruebas de aptitud académica. El Ejecutivo nada hace por facilitarles a los jóvenes venezolanos un entorno llevadero. Así, hasta el mejor proyecto educativo fracasa. Y los adoctrinadores y totalitarios, pues mucho más.
Concejal de Baruta
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