De verdad que asquea la manera como la jauría agrede a una persona honorable, de una consecuencia ética y política incuestionable, como el contralor general Clodosbaldo Russián. Se le ha dicho de todo, utilizando términos chabacanos e injustos, con el propósito de mellar su ánimo y doblegarlo.
En el fondo se trata de un linchamiento. Como siempre lo hace la reacción, los desclasados políticos y, en fin, todos aquellos para quienes las instituciones sólo son respetables si están al servicio de sus intereses. Russián, a quien conozco de toda la vida y con quien he compartido destino y causa comunes, no ha hecho otra cosa que reivindicar la ley frente a su violación. Su pecado es actuar conforme a la normativa legal.
Pero en un país donde la impunidad es el verdadero poder, donde todo se arregla en la trastienda, Russián es un ejemplo peligroso. Si su actitud se generalizara, y su ejemplo cundiese, la macroinstitución nacional, la impunidad, estaría seriamente amenazada. Lo cual es inaceptable. Por lo que hay que disparar contra el osado perturbador. REGRESAR |