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Ya sea por pena o por descuido, los venezolanos no reclaman los céntimos, mientras los comercios ganan hasta Bs.F. 4.800 al mes por redondeo 'a juro'. El Mundo tiene los detalles. La etiqueta marca 51,97 bolívares fuertes y usted plácidamente se dirige a la caja a cancelar con Bs.F. 52. La vendedora recibe el dinero, le da su mercancía y enseguida llama al cliente que está detrás de la cola. Pero falta algo ¿no? Sí, los 0,03 céntimos de diferencia. Es justo allí cuando su mirada se queda con el desconcierto encima, y tomando lo que sea que haya comprado, opta por no reclamar el cambio por aquello de no quedar como un tacaño.
Sin tapujos, es un robo convenido. Mientras su verbo reniega a pronunciar la simple frase '¿me da mi vuelto?', los establecimientos en los que hace sus compras pueden quedarse hasta con 4.800 bolívares fuertes mensuales gracias al redondeo 'a juro'.
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¡A SACAR CUENTAS!
Si todos salieran con una calculadora en mano y se fijaran cuánto restan los comercios a sus finanzas, habría más de una sorpresa.
Estimando que por cada compra en un supermercado, éstos se queden con una 'mínima' parte de Bs.F. 0,04, al mes se traducirían en Bs.F.
4.800, teniendo en cuenta que las grandes cadenas pueden atender a más de 4.000 clientes en una jornada exitosa.
Los populares centros de comunicación no se quedan atrás. Con un volumen de 300 clientes en promedio, su crónica falta de sencillo puede despojarlo hasta de Bs.F. 0,1, que luego de 30 días significan un ingreso extra para ellos de Bs.F. 900.
Los sitios de comida rápida y las ferias pueden albergar entre sus coloridas sillas a más de 1.000 personas diarias, redondeando los costos hasta cuando el pago se hace con tarjeta de débito. Sus ganancias 'no reportadas en el sistema' pueden ascender a Bs.F.
1.500. ¿Jugoso? Claro que sí.
Y ni pensar en que sea el comprador quien quede debiendo aunque sea Bs.F. 0,1. El vendedor siempre tendrá una carta bajo la manga: 'No puedo dejarlo así porque después ese dinero tengo que pagarlo yo'.
Por re o por fa, el cliente siempre tendrá el saldo negativo. Así que reclame su vuelto ahora y piense que a fin de mes, en vez de haber regalado su dinero ¡quizás lo disfrutó en una salida al cine!
¿NO ENRIQUECEN A NADIE?
Que le da pena, que le da flojera, que no quiere discutir por 'tres lochas' o cualquier otra excusa funciona para darse la vuelta y no pedir el dinero que, por cierto, es suyo. El detalle es que los establecimientos reciben a más de un cliente al día y al final de la jornada la cifra suma una cantidad de bolívares fuertes que a fin de mes va a parar a quién sabe cuáles bolsillos.
Pero la situación no termina allí. Muchos compradores ni siquiera exigen las facturas o éstas llegan a sus manos con la misma rapidez con la que son enviadas a la papelera. Al parecer, el hábito de verificar quedó colgado en algún olvidado clóset.
Sin embargo, el panorama no se pinta tan agradable para los que defienden su bolsillo. Exigir un vuelto que no sobrepase los Bs.F.
0,1 (100 de los viejos) es considerado casi un sacrilegio en cualquier comercio. Los amables expendedores pueden convertirse en una fuente inagotable de improperios que denigran su derecho a proteger sus finanzas, profiriendo insultos que pueden ir desde 'pichirre' hasta 'muerto de hambre', con sus bemoles correspondientes.
'NO TENGO SENCILLO'
Luego que el vendedor lanza su mirada inquisidora al cliente que se ha percatado de que le falta cambio y decide reclamar, procede a pronunciar esa frase que apaga todo afán por exigir vuelto: 'No tengo sencillo'. Después de esa sentencia, el cliente puede optar por dos cosas: irse refunfuñando o continuar con la diatriba, aunque la última opción puede acarrear episodios amargos, tal como ocurrió en un concurrido centro comercial ubicado en Chuao.
Pese a que la hora de estacionamiento está regulada en Bs.F. 1,09, querían cobrarle Bs.F. 1,10: -Epa, pero son 1,09 -dice la usuaria. -Sí, pero no tengo sencillo - responde la cajera. -No es mi problema, esos 10 bolívares son míos (Bs.F. 0,010 céntimos).
-No seas 'lambusia' y lee la Biblia porque con ese carro que tienes se ve que no te hace falta el dinero.
El comentario rompió el hilo de cortesía entre ambas y mien- tras la paciencia se escapaba en medio de las cornetas de los carros que también querían salir, una moneda de 10 bolívares (de los viejos) salió eyectada de la caseta y fue a dar justo a la cara de la usuaria.
El gesto restó apenas Bs.F. 0,01 a los Bs.F. 900 que en promedio quedan libres de cualquier facturación en este parqueadero, que recibe -en un día bueno- unos 3.000 clientes, quienes en su mayoría no reclaman un monto de 'tan baja denominación'. No obstante, ese comportamiento no es nuevo y ha tenido sus referentes más recientes en Europa.
ILUSIÓN MONETARIA
'En el 2002, Daniel Kahneman (psicólogo y economista norteamericano) hizo un estudio en el que determinó que las limosnas que los feligreses daban en las iglesias europeas se habían incrementado después de la llegada del euro porque la gente creía que la nueva moneda tenía el mismo valor que la anterior', explica Alejandro Gómez Milá de la Roca, creador de la 'calculadora bolivariana', quien estimó a través de un estudio que en el proceso de redondeo un venezolano puede perder hasta Bs.F. 50 mensuales.
Por otro lado, el experto señaló que luego de la reconversión monetaria en el país, las personas tienen la percepción de que poseen menos dinero, al tiempo que subestiman las monedas porque creen que éstas no valen nada. Por eso muchos piensan: '¿Reclamar por ellas? ¡Qué va!'.
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