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El escándalo por el envío desde Venezuela a Argentina de una maleta con 800.000 dólares, supuesto aporte ilegal de fondos a la campaña presidencial de Cristina Kirchner, comienza a ventilarse hoy en una corte de Miami con el inicio de un juicio de alto impacto político.
Tres venezolanos y un uruguayo están acusados por Estados Unidos de actuar en Miami como agentes encubiertos de Venezuela con el objetivo de convencer al empresario estadounidense-venezolano Guido Antonini Wilson de no revelar el origen y destino del dinero que llevó a Buenos Aires en un maletín.
Antonini Wilson, ex socio en varios negocios de Carlos Kauffman y Franklin Durán -dos de los empresarios venezolanos encausados- llegó a Buenos Aires el 4 de agosto de 2007 desde Caracas, con un grupo de funcionarios venezolanos y argentinos, y un maletín en su mano.
La maleta del escándalo le fue incautada por la Aduana argentina cuando no supo explicar por qué ingresaba con 800.000 dólares.
Antonini no tuvo que dar más explicaciones y dos días después dejó Argentina, tras participar en algunos eventos durante la visita que esos mismos días realizaba el presidente venezolano Hugo Chávez.
Al conocerse públicamente la incautación de la maleta, el gobierno argentino pidió a Estados Unidos la extradición de Antonini, al que acusó de contrabando y lavado de dinero.
Sin embargo, el curso del escándalo cambio sustancialmente cuando Kauffman y Durán, más el abogado venezolano Moisés Maiónica y el uruguayo Rodolfo Wanseele Paciello, fueron detenidos en diciembre en Miami.
En las semanas previas los detenidos habían mantenido varias reuniones con Antonini, en las que, según el FBI, le pidían que no dijera de quién era el dinero que llevó a Buenos Aires.
Lo que no supieron quienes ahora están acusados en la justicia estadounidense fue que Antonini colaboraba con el FBI y los grababa.
En una de esas grabaciones, según mencionó el fiscal estadounidense que impulsa el caso, Durán dijo que el dinero del maletín era un aporte de Venezuela a la campaña electoral de Cristina Kirchner, que luego resultó elegida presidenta de Argentina.
El fiscal estadounidense Thomas Mulvihill afirmó en un escrito que el maletín no era de Antonini y que éste 'desconocía' que allí había 800.000 dólares.
Cristina Kirchner negó que se tratara de ayuda electoral y calificó esa afirmación como una 'operación basura' de Estados Unidos para dañar las buenas relaciones entre Argentina y Venezuela.
La jueza Joan Lenard, a cargo del proceso, tuvo que aclarar en una audiencia días atrás que las espinosas relaciones entre la Casa Blanca y Caracas no van a filtrarse en el juicio.
El gobierno de Chávez ya había acusado al de Bush de intervenir en el caso, cuando pruebas y grabaciones incorporadas por el fiscal estadounidense mencionaron llamados telefónicos del jefe de Inteligencia de Venezuela, Henry Rangel Silva, a Antonini para conversar sobre al caso e indicarle que 'sus preocupaciones' serían 'atendidas'.
El fiscal dijo entonces que a Antonini le ofrecieron 2 millones de dólares para que asumiera que la valija era suya y evitara comprometer al gobierno venezolano en el enredo.
Según el abogado de Durán -el único de los acusados que no se declaró culpable-, Antonini deberá ser citado en el juicio y explicar el fin de su viaje a Buenos Aires, quién le dio el dinero y para qué.
Desde que se convirtió en colaborador clave del FBI, Antonini, que tiene residencia en Miami, ha estado oculto y en absoluto silencio, sin ser requerido por ningún juez en Estados Unidos, donde tampoco avanzó el pedido de extradición de Argentina.
Documentos presentados antes del juicio reflejan que el proceso será escenario de un fuerte fuego cruzado entre Antonini y sus ex socios venezolanos hoy en prisión, quienes ya dejaron entrever por sus abogados que responderán con munición gruesa a la traición de las grabaciones.
Se espera que el proceso, que se extendería varios meses, revele si son ciertos o no los vínculos que evidencias ya incorporadas por la acusación y la defensa tejen entre los venezolanos detenidos, el gobierno de Chávez, el misterioso Antonini Wilson y la presidenta argentina. REGRESAR |
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