El proyecto de Ley de Educación que actualmente se discute ha sido criticado por los sectores de la educación privada con base, principalmente, en dos argumentos: el Estado pretende imponer una ideología y los padres tienen el derecho de dar a sus hijos la educación que prefieran. En los dos casos, los críticos se equivocan. El Estado tiene el derecho y obligación de imponer una ideología educativa; esto es lo que se conoce como Currículo Nacional. Siempre ha sido así, y lo seguirá siendo en todos los países que conciben la educación como un servicio público para beneficio de la colectividad.
Sin embargo, el Currículo Nacional debe ser establecido por el Estado y no por el gobierno; por eso, el proyecto de Ley de Educación debió nacer del acuerdo entre gobierno e instituciones escolares oficiales y privadas; en este sentido, debe advertirse que la propuesta de incluir en el Currículo Nacional algunas pretensiones gubernamentales ideologizantes (como el estudio del pensamiento del actual Presidente de la República) serían inconstitucionales y, como tales, sujetas a impugnación legal.
Los padres de los venezolanos residentes en el país no pueden darles a sus hijos la educación formal que ellos quieran, sino la concebida y organizada en el Currículo Nacional, al menos mientras vivan en Venezuela. Más, la familia tiene el derecho de dar a sus representados cualquier educación que no colida con lo establecido en el Currículo Nacional. Por ejemplo, los padres pueden elegir una educación religiosa para sus hijos, siempre en aquellos colegios religiosos que se declaren como tales. Algunos altos prelados de la Iglesia Católica, sin embargo, han exhortado a la feligresía a que no se permita en el proyecto de Ley de Educación, que se "saque a Dios" de las escuelas oficiales; ante lo cual debe recordarse que el Dios católico (junto con los otros) salió de la educación oficial (Currículo Nacional) en el mismo momento en que ésta fue declarada laica. La Iglesia Católica fue la que se quedó en las escuelas oficiales utilizando a la educación pública como práctica evangelizadora, que es contraria a la concepción laicista de la educación.
Profesor titular UCV REGRESAR |