Lo primero que se meocurre con los resultados del domingo es la comparación. En 2004 fueron electos dos gobernadores opositores, en Zulia y Nueva Esparta, que ahora conservó y añadió otros tres estados. Una primera lectura concluirá en reconocer un triunfo con su significativo incremento.
Pero el escenario político había cambiado, porque en Aragua, Sucre y Carabobo hubo saltos de talanquera, y debieron añadirse luego Guárico y Trujillo, de manera que la oposición controlaba siete estados, de los cuales sólo mantuvo tres.
Deben evaluarse como una victoria chavista.
Y finalmente, es oportuno recordar el referendo constitucional de dic. 2007, cuando el No opositor ganó en ocho estados y en el Distrito Capital.
Esas victorias las repitió en Carabobo, Miranda, Zulia, Nueva Esparta, Táchira y el Dtto Capital, pero perdió los otros tres: Lara, Anzoátegui y Falcón. Es importante señalar que la oposición confió en que esas ocho victorias del referendo serían la base mínima para su crecimiento el 23N, que el grupo 2D la elevó a 17.
¿Se confundió de color?.
Con estas comparaciones se explica que unos y otros se atribuyan la victoria. La verdad, ésta fue repartida, aunque es evidente que la sólida mayoría del país se pronunció a favor del proceso que lideriza Chávez. Quedan abiertas otras lecturas y eventuales acercamientos. Uno lo propuso Müller Rojas: debatir sobre los dos modelos de desarrollo, discusión útil y necesaria para la democracia, y el otro, la aproximación del poder central con los poderes regionales.
Un aspecto demasiado importante de las elecciones del domingo fueron los sorprendentes resultados de Caracas y alrededores. Si ustedes ven bien el mapa observarán una enorme mancha azul, que contiene al estado Miranda, el Distrito Capital, no obstante, el rojo de Libertador, ganado con apenas ventaja, los municipios Sucre y otros mirandinos que integran la Gran Caracas.
¿Que pasó ahí? ¿Cómo fue posible la derrota de Aristóbulo, que hasta el jueves (Datos y Datanálisis nos dieron las primeras campanadas de lo que podría ocurrir) aparecía como un seguro ganador? ¿Qué sucedió en Libertador, donde Jorge Rodríguez tenía una descomunal ventaja en todas las encuestas, y ganó precariamente? ¿Y qué sucedió en Miranda, que lucía seguro como una victoria apretada del Psuv?.
Estas y otras preguntas deben ser respondidas. Esta vez no es válido que Chávez asuma toda la responsabilidad como hizo con la derrota del referendo constitucional. Es necesaria una indagación a fondo.
¿Hasta dónde las gestiones estadales y municipales contribuyeron a la derrota? ¿Hasta dónde el descontento con la conducta de tantos funcionarios ineficientes? ¿Hasta dónde esa maquinaria roja elogiada fue ineficiente, o, sencillamente, no pudo atraer a las mesas a los votantes necesarios para ganar? Y, finalmente, ¿alguna vez se evaluó dónde se cumplió la consigna de las 3R?.
No puedo cerrar sin destacar la conducta democrática de la mayoría de los venezolanos que rompió récord de participación en votaciones no presidenciales, así como la labor del CNE, aunque en la oposición persistan en no reconocer esa gestión. REGRESAR |