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Ojalá no nos perdamos con tantas elucubraciones sobre los resultados electorales. Sin duda, es bueno tener claras ciertas magnitudes y algunas proporciones clave, pero no olvidemos que los números sólo nos permiten ver algunos aspectos de la realidad del país. Ante la preocupación por lo que han sido los últimos años, es comprensible que muchos se sumerjan en sencillos porcentajes para tratar de adivinar, mirando a través del comportamiento del electorado, hacia dónde vamos.
Para el debate nacional, más allá de la pirotecnia matemática, es bueno que pongamos en pocas palabras las conclusiones a las que llegamos después de haber observado lo ocurrido en la reciente campaña electoral y sus resultados.
De cara al futuro, el proceso electoral que acabamos de vivir parece llevarnos de la mano a concluir lo siguiente: 1. El país está polarizado en dos grandes sectores de magnitudes cada vez más parecidas.
2. Tenemos un gobierno tremendamente agresivo en su declarado esfuerzo de hegemonía ideológica, que pierde terreno en lo que se refiere al apoyo de la población.
3. La oposición, por su parte, es fuerte en los estratos medios y altos, pero tiene modesta aunque creciente influencia en los sectores populares.
4. El gobierno y el partido que creó y lo apoya están dispuestos a violar normas fundamentales del juego democrático.
5. La oposición paulatinamente ha ido aprendiendo a lidiar con los abusos del gobierno y su partido.
Para comprender hacia dónde nos dirigimos habría que considerar también: 1 El conjunto de problemas de toda índole que afrontarán el Gobierno y la oposición es realmente difícil de atender.
2. La oposición, como gobierno regional o local, estará acosada por el Gobierno central y por el PSUV como oposición a gobernadores y alcaldes de otros partidos.
3. La oposición hasta ahora ha sido pobre en su repertorio político para luchar contra el autoritarismo chavista. Va de sorpresa en sorpresa.
4. El chavismo cuenta todavía con un liderazgo que cohesiona, capaz de manejar hábilmente importantes símbolos y valores de la sociedad venezolana, como el bolivarianismo y el igualitarismo.
5. La oposición parece distante de los sectores populares en el lenguaje y símbolos que utiliza, y centra su mensaje en la eficiencia para atender las necesidades del pueblo.
6. Si la eficiencia gubernamental es la promesa fundamental de la oposición, tendrá que demostrarla más temprano que tarde en su gestión, o perderá credibilidad sin poder compensarla con el hábil manejo de las emociones que tan útil le ha sido al chavismo para ocultar su grosera ineficiencia.
7. El Gobierno cuenta con un absoluto control de todos los poderes, que muy probablemente va a utilizar para hacerle la vida difícil a la oposición.
El caso Anderson y las inhabilitaciones políticas recientes son ejemplos de la contundencia con la cual el chavismo está dispuesto a actuar.
8. La inseguridad personal será un reclamo que se le hará cada vez con más fuerza tanto al Gobierno como a la oposición.
9. El deshilachamiento de la economía puede llegar a convertirse en la trampa mortal del chavismo.
10. El manejo de la protesta popular por el agotamiento de la paciencia del pueblo ha de constituir el principal reto político tanto del Gobierno como de la oposición.
Bastan estas escuetas consideraciones para percatarse de que nos esperan tiempos apasionantes. El domingo avanzamos hacia esos tiempos.
Ese día ni terminó ni comenzó una nueva etapa. La historia sigue. Eso de las etapas son necedades que inventamos para engañarnos y creer que comprendemos la historia.
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