A raíz de las últimas elecciones regionales, algunas gobernaciones fueron conservadas por candidatos opositores y un número de alcaldías, además de conservarlas también igualmente sumaron otros representantes diferentes a los del oficialismo. La mayoría, sin embargo, quedó en manos de sectores identificados como del chavismo.
De acuerdo con informaciones provenientes de diferentes fuentes, varias de las dependencias anteriormente en manos de funcionarios oficialistas fueron 'saqueadas', se llevaron propiedades que no les eran suyas porque las mismas pertenecen al Estado, no a nadie en particular ni a ningún partido, tenga las siglas que fueren.
De fuentes confiables se presume que de las arcas del Tesoro salieron, aún sin explicación ni en detalle, unos 270 millones de bolívares fuertes, sin conocerse quienes han sido los supuestos autores y presuntos beneficiarios.
El caso del estado Táchira trasciende lo impensable, un caso atípico en nuestro período democrático, pues el gobernador aún en el poder, Roland Blanco La Cruz, se niega a entregar el cargo al nuevo mandante, legítimamente elegido por el voto popular, César Pérez Vivas, del partido Copei.
Cualquier extraño quizá se negaría a creer lo que esta nota editorial comenta y revela, ni tampoco pudiese que la digiriera, pero es la cruda realidad.
Ahora bien, si esto sucede con personas elegidas a altas posiciones administrativas gubernamentales, hecho por cierto y hasta donde nos alcanza la memoria antes no había ocurrido en nuestra Venezuela, qué no habría de sucederle a aquellos ciudadanos indefensos, huérfanos de protección o poder alguno.
No hablamos de componendas o de las artes que practicaba en el pasado un personaje de confianza, Franco Quijano, quien según la historia criolla, gozaba de la absoluta confianza de la época en que imperaban gobernantes andinos y de quien se decía, incluso, cataba la comida y bebidas del dictador Juan Vicente Gómez Gómez antes de que éste las ingiriera. Parece que nos estamos acercando nuevamente.
Mucho se habla, e insistentemente el presidente Chávez lo repite, que en Venezuela quien manda es el pueblo, pero lo que describimos en este editorial de hoy, es que a ese pueblo según el decir, que tanto se le ama, es burlado y no se le respeta su voluntad mayoritaria expresada en el voto, su única arma, cívica por lo demás, con la que cuenta. REGRESAR |