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El poco cultivado Hugo Chávez fue propicio para la siembra de ideas fascistas y antisemitas bajo la influencia que sobre su persona ejerció el antisemita argentino y activista de Hezbolah, Norberto Ceresole.
Con su legado peronista que hundió a la otrora poderosa nación argentina, Ceresole conectó a Chávez con el régimen integrista islámico de Irán y con los militares fascistas argentinos comandados por el coronel Seinaldín, conocidos como los carapintadas. A punto de terminar el mandato de Bush era urgente hallar otro enemigo exterior y Chávez, mal asesorado, escogió a Israel.
Y lo curioso del caso es que por las venas del canciller Nicolás Maduro corre sangre judía. Maduro es un apellido muy conocido en la vecina isla de Curaçao desde la segunda mitad del siglo XVII.
No pudimos evitar la sorpresa que nos produjo la presencia del canciller Maduro en la mezquita caraqueña participando de la ceremonia fascista y antisemita que allí tuvo lugar por órdenes del discípulo de Norberto Ceresole, Hugo Chávez.
Los Maduro provenientes de España se asentaron en Portugal, pero pronto fueron perseguidos allá también y en la población de Coimbra murió quemado por la Inquisición lusitana el primer mártir de ese apellido. Corría el siglo XVI y una hija de la víctima huyó a Holanda, donde contrajo matrimonio con un Levy. Su hijo Diego emigró al Caribe y prescindió del apellido Levy para pasar a ser Diego Maduro, a cuyas expensas se edificó en Curaçao la primera sinagoga del Nuevo Mundo. Ya para el siglo XIX ayudaron económicamente al Libertador a través de un poderoso comerciante judío que controlaba el tráfico marítimo entre las Antillas holandesas y el continente americano, David Levy Maduro, quien hizo posible el viaje de Bolívar desde La Guaira a la isla de Curaçao, a la caída de la Primera República. En Curaçao Bolívar trabó estrecha amistad con el abogado y comerciante judío Mordechay Ricardo, quien con el concurso de la colonia de judíos sefarditas proveyó lo necesario para la manutención de Bolívar, de dos de sus hermanas y de su media docena de acompañantes en la casa conocida como el Octagón, desde donde en días claros se divisaba la costa de Falcón.
Esta poderosa familia hebrea de los Maduro, junto a la familia Curiel, apoyaron la causa libertadora con importantes donaciones económicas, circunstancia que parecen desconocer los rojos rojitos contagiados de antisemitismo peronista y de fervores islámicos.
Una vez más el líder vitalicio de la revolución se olvida de Bolívar cuando arremete contra los descendientes de quienes fueron sus protectores en días de derrota y soledad.
Aquí y ahora todo es importado: alimentos, revoluciones y hasta el conflicto entre Israel y los terroristas de Hamas. El fascismo, con el gesto agrio del antisemitismo, emerge en este gobierno de la boliburguesía financiera e importadora que engaña al pueblo llano con sus promesas de igualdad. ¡Digo yo! REGRESAR |
| Fecha publicada: 21/01/2009 Fuente: TalCual Tema: politica Tags: Judios en Venezuela
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