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El experimento es sencillo. Escoja usted la comunidad virtual de su gusto. Digamos, Facebook. Anuncie que busca historias del control de cambio. Entonces, espere. Y no tendrá que esperar mucho, porque desde que funciona Cadivi, sólo dos cosas pueden pasar. Una: 'que se arme un limpio', como suele decirse, pues a punta de vender cupos, de cruzar fronteras, de viajar con más de una tarjeta (a punta de viveza), el control de cambio ha trastocado en el mejor negocio de la historia. Un plan de inversión perfecto, en medio de la debacle financiera mundial. Dos: que de saltar tantos obstáculos, que de llenar tantas planillas, de hacer largas filas e insultar a más de un operador, en las próximas vacaciones, usted decida un nuevo destino, recóndito y a lo mejor, desconocido: Playa seca. Punto fijo.
MILITANCIA CIBERNÉTICA
El buscador de blogs de Google aportó 28.248 registros y en Facebook existen 327 perfiles que incluyen la palabra Cadivi. Algunos son grupos de discusión. Como este, que se propone el reto de conseguir 2.000 'venezolanos que quieran el cupo Cadivi de nuevo en 3.000', y no en 400 dólares al año, que es como quedó para el uso de divisas por Internet. 'Vamos a protestar por el cupo Cadivi de Internet': 9.037 miembros. 'Unidos porque Cadivi suba el cupo de Internet a 3.000': 1.376 miembros.
Para todo lo demás, está el cupo por cajero, el efectivo, la tarjeta... y la suerte. Hay quien pide una 'muerte dolorosa' al organismo controlador. Por suerte, ese grupo sólo tiene 15 miembros. 'Odio a Cadivi' cuenta con 8. 'Para los venezolanos que odiamos el sistema de control de cambio, su página y su pichirrez', declaran.
Pero por si acaso, puede añadir a su lista de amigos a Cadivi Diávoli, cuyo libro favorito es Padre Rico Padre Pobre. Y también a Miriam Cadivi, que sólo Dios sabe si es en broma, o si es en serio.
DEL VIRTUAL AL REAL
Ernesto Chitty no pudo viajar a Bogotá. 'Metí mis planillas con tres semanas de anticipación', cuenta. 'Ya van dos meses y nunca salió la aprobación. Cabe destacar que el mismo día que metí los papeles para el cupo de la tarjeta, lo hice para el de Internet, que salió cuatro semanas después'. Para entonces, su reservación tenía una semana de expirada.
'El mes que viene voy a Toronto y tendré que hacer todo el trámite de nuevo, rezando para que esta vez me salgan las cosas mejor'. Claro, en esta ocasión no puede perder el viaje: 'Porque esa reservación es para el Mundial de Béisbol. Tengo hotel, entradas, todo listo'. Chitty fue a su banco y se quejó: 'Me dijeron que no estaba en sus manos. Y lo que me molestó más fue que el cupo de Internet sí me lo aprobaron, tarde pero igual. Eso te da para pensar que fue una cuestión hecha a propósito'.
Jennyfer Saa vive en España. Hace cuatro meses empezó estudios de maestría en Barcelona. Antes de irse pidió sus remesas estudiantiles, 'las cuales aún estoy esperando que me depositen', escribe desde allá. 'Me dijeron que tardaban, pero hace un par de semanas, mis padres llamaron al banco y la explicación fue que no iban a entregar divisas hasta que Cadivi no les pagara el dinero que les debía'. Y mientras tanto, ella que espere. 'De todos modos, el 2 de enero quise sacar del cajero y no pude. Traté de pasarla por un comercio por apenas 20 euros y ¡sorpresa!, tampoco pasó. Llamé yo al banco (desde allá) y me dijeron que para esta semana o la otra el asunto se normalizaba, espero que sea así'.
'Yo fui uno de los muchos a quienes sus bancos les dijeron a principios de diciembre: `sí señor, pásese en cinco días hábiles'. ¡Pasaron 10 días y mis 600 dólares no estaban todavía!', lamenta Juan Luis Valdez. 'Creo que fueron 12 días hábiles los que tuve que esperar'. Al final los recibió, por casualidad: 'Viajé a Colombia en carro pero sólo llegué hasta Cúcuta (iba a ir hasta Bogotá). Tuve muchos inconvenientes y al final me regresé a Caracas antes de lo planeado.
Al regresar, fui al banco y estaban los dólares. Parece que si pasan cinco días en el banco y no los buscas, los devuelven al Banco Central'. Pero el viaje ya había pasado y debió interrumpirlo. 'Tuve problemas con la tarjeta de crédito.
Por alguna razón no pude sacar de los cajeros. Intenté en cuatro cajeros de bancos distintos y nada.
Otra persona que estaba conmigo tenía una tarjeta idéntica a la mía y sí le funcionó. Lo extraño es que sí me pasó por un punto de venta', relata. 'Supuse que el plástico estaba medio dañado. De todas maneras, cuando tenga chance, voy a reclamar eso en el banco'.
El viaje de Valdez fue por vacaciones. Y vale la aclaratoria, porque Cúcuta, post-Cadivi, ha ganado nuevos atractivos.
LA BECA CADIVI
Así es llamada por quienes podrían disfrutar del diferencial cambiario entre el bolívar fuerte oficial y el peso colombiano: los habitantes de la frontera, quienes encontraron en el dólar Cadivi una manera de sufragar sus gastos rutinarios y enfrentar la inflación.
José Pérez, de 26 años de edad, quedó desempleado en 2007, desde entonces cubre todos los meses la ruta San Cristóbal-Cúcuta, para retirar en un cajero automático el equivalente en pesos a 500 dólares. Hasta hace unos tres meses eso representaba 1.100.000 pesos, los cuales convertidos en bolívares en una casa de cambio equivalían a Bs.F. 2.300 ó 2.300.000 bolívares viejos. La operación le dejaba un diferencial de Bs.F. 1.200, más que un salario mínimo. Con ello pagaba luz, teléfono, celular y contribuía con algo para el mercado de su casa. Al preguntarle si no se consideraba un defraudador del fisco, dijo que no. 'Yo no decidí el control de cambio, tampoco el crear un valor ficticio del bolívar. Además, mucha gente que trabaja para el gobierno, raspó su cupo para comprar carros y casas. Yo ni siquiera cambio dólares, sino pesos y con la diferencia pago mis gastos'.
Estas prácticas que han sido usuales durante las épocas de control de cambio en Venezuela, bien sea con Recadi en la década de los 80 y más común durante la extinta Otac (Oficina Técnica de Administración Cambiaria) de los 90 con Caldera, esta vez benefició a los comerciantes y operadores turísticos del norte de Santander de Colombia, cuya capital se sirvió de esta bonanza para sostener grandes centros comerciales.
INVERTIR CON CRECES
Todo es cuestión de entender la naturaleza del negocio. Es así como en Internet cunden las ofertas para comprar su cupo, en caso de que usted no viaje. 'Para todas aquellas personas que estén interesadas en vender su cupo Cadivi, nosotros hacemos la inversión', anuncian. ¿Qué ofrecen? Preste atención: 'Pasaje ida y vuelta a Curaçao. 600 dólares o Bs.F. 3.000 (este precio incluye la compra del cupo electrónico, el viajero y el de mano), más el impuesto de salida de Venezuela'. Según los comerciantes, 'el límite de la tarjeta de crédito no importa'. La deuda de la tarjeta de crédito: 'no importa'. Si Cadivi lo cita: 'no importa'. 'Entregamos facturas y pasaporte sellado', amén de hacer el registro, sacarle el pasaporte y, para exagerar, ya en broma, traerle un recuerdito.
Dicen tener experiencia con más de 1.000 trámites en 2008 y con unas tarifas nada desdeñables: 'Cobramos 20% por pasar la tarjeta del cupo viajero y 25% por pasar el cupo electrónico'. En pocas palabras, 'se armó un limpio'.
En cambio, para Sandra Moncada, su experiencia con Cadivi fue literalmente, de ver y no tocar. Su tarjeta de crédito se transformó en una tarjeta de tickets de alimentación, pues sólo funcionó para comer, pagar alojamiento y cubrir gastos de salud en el exterior. 'Antes de que terminara el año fui a Bogotá. No tuve problemas. No compré nada. Pero luego llegué a Panamá, donde sí quise comprar ropa'. Pero no te vistas que no vas: 'Si los montos eran por encima de 100 dólares, la tarjeta no pasaba.
5.000 dólares (cupo anual todavía disponible en 2008) no los pagaba de 100 en 100'. Pasó el año nuevo.
Año nuevo, vida nueva y cupo nuevo: 'Pero tampoco. Podías escuchar los insultos al presidente en los puntos de venta', relata Moncada, pues en Panamá, la mayoría de los turistas eran venezolanos. 'Denegada, declinada, dependía de la suerte, del comercio. Los bancos estaban colapsados'. Moncada nunca pudo sacar su supo en efectivo. Así que de ese viaje, sólo trajo las anécdotas y los recuerdos. REGRESAR |
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