Hugo Chávez asumió en 1999 la Presidencia con la promesa de una democracia mejor en Venezuela, dando inicio a una década de Gobierno cuyo rumbo, entre logros y desaciertos, ha desencadenado la polarización entre “chavistas” y “anti-chavistas”.
Han sido diez años repletos de agitación política: la aprobación de una nueva Constitución en 1999, un paro opositor de dos meses en la estatal petrolera PDVSA, el golpe de Estado que mantuvo a Chávez 48 horas alejado del poder, un revocatorio que ganó y la derrota en la reforma constitucional de diciembre de 2007.
En los dos últimos años, además de perder el referendo de la reforma que promovía como “indispensable” para la instauración de lo que denomina el “socialismo del siglo XXI”, el mandatario venezolano decidió no renovar la licencia de transmisión al canal Radio Caracas Televisión (RCTV).
El cese de emisión en abierto de RCTV, el más antiguo del país, bajo las acusaciones de “golpista”, originó numerosas protestas que fueron el germen del movimiento estudiantil opositor al gobierno y, según algunos analistas, mermaron la confianza incluso entre quienes votan a Chávez.
Si bien hay logros sociales reconocidos como los módulos “Barrio Adentro”, que ofrecen sanidad gratuita en los barrios más desfavorecidos, no se han cumplido promesas como la de diversificar la economía, muy dependiente del petróleo, o la de reducir la inseguridad, ya que la tasa de homicidios sigue siendo de las más altas del mundo.
Las distancias entre el presidente y la oposición se han ido profundizando hasta convertir la descalificación en lenguaje cotidiano.
Dos visiones de país conviven en el día a día de Venezuela, cuyos electores han sido convocados en una quincena de ocasiones a las urnas en la última década.
En diciembre de 2007, tras el referendo sobre la reforma constitucional que dio el triunfo al “no” por un estrecho margen, Chávez causó estupor y condena, y no sólo en filas opositoras, cuando calificó el resultado como “victoria de mierda”.
Desde la oposición se ha tildado al mandatario de “tirano”, “sátrapa”, “dictador” o “golpista”, y se le ha acusado de querer convertirse en “rey” de Venezuela.
“El país se ha hundido en la confrontación en esta década; (Chávez) ha logrado fracturar sentimentalmente a Venezuela, hay venezolanos que se odian”, declaró a Efe Antonio Ledezma, titular de la Alcaldía Mayor de Caracas y líder opositor del conservador Alianza Bravo Pueblo (ABP-socialdemócrata).
“Chávez ha convertido la democracia participativa, de la que se cree inventor, en autoritarismo”, agregó Ledezma, ex gobernador de Caracas y quien arrebató la Alcaldía Mayor al “chavismo” en las elecciones del pasado noviembre.
Por su parte, el analista Luis Vicente León consideró que se puede calificar de “positivo” el hecho de que el Gobierno de Chávez “ha incorporado en el debate político a todos los sectores”, incluyendo a los más pobres.
No obstante, en lo negativo, según León, el “personalismo extremo” del presidente ha “desvirtuado el concepto de la democracia”.
Las tensiones con Chávez también se han producido dentro de sus propias filas al decidir en 2007 conformar el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que actuaría como partido único del oficialismo y al que debían sumarse aquellos que apoyaban.
Algunos de estos partidos, como Podemos, Partido Patria para Todos (PPT) o el Partido Comunista de Venezuela (PCV) plantearon objeciones a su inclusión por lo que inmediatamente fueron tachados por Chávez de “traidores”.
Tanto su programa dominical “Aló Presidente” como en los frecuentes actos de obligatoria transmisión por radio y televisión, es habitual escucharle lanzar sus ataques verbales contra los que considera su oposición, llamándoles “oligarcas” o “pitiyanquis”.
Según Chávez, son ellos los responsables de todos los males heredados de los más de 40 años en que se alternaron en el poder los partidos tradicionales socialdemócrata Acción Democrática (AD) y el democristiano COPEI, ya que, en su opinión, “vendieron el país a intereses extranjeros”.
Por ello, considera que debe permanecer “al menos 10 años” más en el poder para así completar 30 años de revolución y sentar las “bases sólidas” para pasar “del capitalismo al socialismo”, siempre, según él, en el nombre “del pueblo”. REGRESAR |
