¿Quién gana con la enmienda? Como dijera Chávez al referirse al alcance del cambio a la carta magna, es sencillito: con la eliminación de la prohibición de reelección presidencial indefinida, el pueblo tendría derecho a reelegirlo cuantas veces quiera, pero se pierde la garantía constitucional para que ni él ni nadie se perpetúen en el poder. Dicho de otra forma, habría que colocar en la balanza los derechos del pueblo que apoya al Presidente y los del pueblo que lo adversa. Y en materia de derechos todos son valiosos y respetables, independientemente del sector que constituya la mayoría.
Sobre lo que no hay dudas es que el Presidente es el gran favorecido, pues la enmienda que ha propuesto le crea el derecho (que no existía) a ser reelegido indefinidamente.
Ganar-ganar-ganar. José Albornoz ,del PPT, considera un error personalizar. El hecho de que Chávez le haya comprado a PPT la idea de extender la posibilidad de reelección al resto de los funcionarios de elección popular, es una evidencia del peso de la voluntad presidencial. 'Fue una jugada maestra', escribió José Vicente Rangel. Y, precisamente, ese fue el argumento del TSJ para complacer al Gobierno: que la reelección planteada en la fallida reforma es distinta de la de la enmienda, pues ahora abarca todos los cargos de elección popular.
Además, no se podría olvidar que Chávez ha insistido en transformar una Constitución con menos de 10 años de vigencia, a la par de sus expresos deseos de mantenerse en el poder, al menos una década más. Albornoz sostiene que la Constitución de 1999 ofrece la posibilidad de castigar a un mal gobernante, a través del referéndum revocatorio de mandato; pero no de premiar al que lo hace bien: 'Por eso es que esta enmienda amplía los derechos políticos del pueblo, pues incorpora la posibilidad de premiar al buen gobernante'.
El dirigente pepetista admite que los derechos políticos de Chávez se amplían: 'la idea es lograr un ganar-ganar-ganar: que gane el país, que gane el pueblo y que gane Chávez'.
El diputado Carlos Escarrá también reconoce el beneficio individual que obtendría el Presidente de la República si triunfa la enmienda. Sin embargo, considera más importante la dimensión colectiva del derecho al sufragio: 'Que levantemos la traba constitucional y, como en otros países latinoamericanos, asumamos que la reelección profundiza la democracia y le da mayor sentido al principio de alternabilidad, a partir de la teoría del buen gobierno'.
Ni Escarrá ni Albornoz consideran que la ganancia del Presidente sea desproporcionada y que el ejercicio del poder durante una década le dé ventaja sobre otros candidatos a la primera magistratura del país.
'Ahí están los casos de Carter y Nixon, en Estados Unidos, que no fueron reelectos', indicó el ex magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Desigualdad. El 3 de diciembre pasado, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia sentenció que la reelección sucesiva 'implica la efectiva y real posibilidad de que el electorado, como actor fundamental del proceso democrático, acuda a procesos comiciales periódicamente en los que compitan, en igualdad de condiciones, las diversas opciones políticas'. He ahí el detalle que destaca José Virtuoso, de la organización no gubernamental Ojo Electoral.
'El problema serio es el ventajismo del candidato que se está postulando desde el ejercicio del poder y que pone a su servicio todos los recursos públicos que administra. Si esta enmienda llegara a ser aprobada, tendrían que reformarse otros aspectos para controlar esa situación de desigualdad', insistió Virtuoso.
El sacerdote considera que el principio de la alternabilidad pudiera ser objeto de las más complejas elucubraciones, pero que, en definitiva, implica 'caras nuevas al poder'. Lo que más lamenta es que un cambio de las reglas de juego tan trascendente se lleve a cabo con tanta premura.
El constitucionalista Gerardo Fernández aparta consideraciones teóricas para destacar lo práctico: 'El poder otorga ventajas que facilitan mantenerse en el poder. Desde el poder se va adquiriendo más poder; es más fácil controlar y colonizar las instituciones y sus autoridades; se desarrollan herramientas para el ventajismo electoral y se financia más fácilmente el aparato político-partidista de apoyo presidencial. Con mucha facilidad, desde el poder, se pueden desarrollar tentáculos para debilitar al adversario político y se pueden poner a disposición presidencial recursos, logísticas y facilidades que desequilibran cualquier proceso electoral a favor del presidente-candidato'.
A la teoría del buen gobierno que el oficialismo y el TSJ han utilizado como soporte político-jurídico de la enmienda propuesta por Chávez, Fernández opone la teoría de los contrapesos institucionales: 'La reelección indefinida estimula el abuso del poder como una herramienta para permanecer en éste y estimula y facilita el mesianismo, el personalismo y el caudillismo. En definitiva, la reelección indefinida es inconveniente para todas las democracias. Con el tiempo el ciudadano vota, pero no elige'.
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