No tengo miedo. Hay bastantes como nosotros, empleados del Estado a quienes el Gobierno obliga a marchar. Yo estoy cansada, fui degradada en mi trabajo. Pero ya está bueno.
Marcho contra la anarquía, porque no quiero una Cuba en mi país. Vengo sin que me paguen ni que me traigan en un autobús'.
La mujer de 33 años de edad pidió no revelar su nombre.
Sonrió y siguió junto a su compañero de trabajo la ruta de la marcha por el No por la avenida Francisco de Miranda, a la altura de Los Ruices.
Como ella, cientos de venezolanos iniciaron el trayecto a las 10:40 am desde Petare, confundiéndose entre la marejada multicolor, heterogénea y bullera que fue la oposición ayer.
Los camiones de Un Nuevo Tiempo, Alianza Bravo Pueblo y Primero Justicia marcaron el ritmo del No con salsa, quirpa y toque de tambor. 'Quítate tú, esa enmienda no va', cantaban los asistentes, de todas las edades y clase social. Luego se unieron a los estudiantes, que esperaban en una concentración frente al Unicentro El Marqués.
Esta vez las franelas con consignas y colores diversos se multiplicaron, opacando incluso a las de los partidos políticos. El No era un mensaje individual, incluso estampado en tela roja, un color que hasta hace poco se consideraba usurpado por el Gobierno.
'Por mi país, Venezuela'; 'En Lechería todos por el No'; 'Soy ZuliaNO'; 'No seas porfiado.
No es no', se leía. El ingenio de algunas expresiones motivó a muchos a fotografiar los mensajes con sus celulares.
Cordones de la Policía Metropolitana cerraron el paso a las calles paralelas a la avenida Francisco de Miranda entre Petare y Altamira. Desde lejos, los marchistas les gritaban consignas a los funcionarios. Sólo las mujeres mayores se acercaban para convencerles de votar por el No.
Al pasar delante del Núcleo de Desarrollo Endógeno Francisco de Miranda, los opositores pitaban a las personas partidarias del Sí allí concentradas. Estos les replicaban amistosamente.
Desde los balcones de sus apartamentos, algunos propietarios exhibían la bandera nacional y carteles de apoyo a la marcha. También lo hicieron personas desde centros comerciales, areperas y otros comercios.
Casi tres horas después, a la altura de Las Palmas, un peculiar enfrentamiento hizo que los marchistas aumentaran la bulla y sus consignas: dos familias vecinas rivalizaban desde sus balcones contiguos con carteles por el Sí y el No.
En la avenida Libertador, Deivis Chirinos, buhonero venido de Valencia, se sumaba a la algarabía. Confesó que no había hecho buena venta con sus franelas. 'Pero saldré a votar.
Chávez ha hecho tantas cosas feas... ya está bueno'.
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