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E l mundo moderno no puede permitir que desde un territorio que forma parte del concierto de naciones, como lo es el conglomerado isleño de Antigua y Barbuda, operen grupos delictivos con amparo oficial, pues, de ser así, desde cualquier parte se podría hacer cualquier cosa, estafas o terrorismo. Desde dichas islas se organizó la actividad que consiguió estafar a miles de personas que creyeron en una imagen, en una simbología difundida como actividad lícita, al amparo de las leyes de dicho territorio; luego, las propiedades de ese Estado son prenda común de quienes se dejaron llevar por las difundidas bondades del supuesto banco. No hay soberanía que pueda invocarse para el amparo de actividades delictivas.

El negocio bancario es uno de los más cuidados por los gobiernos, tanto por la debida protección a los ciudadanos, como al propio sistema financiero que es vital para la existencia del Estado. En todos los países se le establecen regulaciones, e incluso, generalmente, se legisla para responder solidariamente por montos determinados a los ahorristas. En Antigua eso no existe, ni banco central tienen, cualquiera arma una trampa en forma de banco con tal de que pague impuestos; es como si alquilaran a tanto por ciento su territorio para robar a la gente.

Stanford International Bank, usando sin oposición los símbolos y logos comerciales posicionados mundialmente a partir de su origen en Texas, se instaló en Antigua haciendo creer que se ejercía la actividad normal de un banco norteamericano, captando dineros con engañosas ofertas de altos rendimientos, cuando en verdad se trataba de una gran estafa en la modalidad piramidal. Allá el Gobierno dejó hacer, sin ningún tipo de control.

Es un 'paraíso fiscal' donde van los capitales de origen oscuro y que por la falta de controles permiten toda clase de irregularidades, permisividad rentable que permite a los gobiernos facilitadores percibir ingresos y lucrarse del delito, por lo cual pueden ser llamados a responder. Pero no es sólo responsable la administración de la pequeña isla, sería interesante exigir en las cortes de Estados Unidos la responsabilidad de su Gobierno, que por negligencia en el cumplimiento de su deber de control permitió que fraudes como el de Stanford y Madoff se ejecutaran con toda libertad.

La Unión Europea está reaccionando con fuerza proscribiendo estos nichos de la delincuencia financiera de los 'paraísos fiscales' calificados como mancha negra en la ética pública, lo cual refuerza la tesis de la obligación que tienen los gobiernos de indemnizar a los defraudados.

Un grupo de víctimas venezolanas se está organizando para exigir responsabilidad a los gobiernos de Antigua y Estados Unidos, culpables por negligencia en sus deberes de control. También se les exigirá rastrear el dinero, ya que no es agua que se evapore; debe ser embargado y regresado a sus dueños. Lo que no pueden hacer dichos gobiernos es desentenderse y pretender que el reclamo sea sólo contra el ladrón. También he dicho a mis clientes que no es cierto que el banco que opera en Venezuela bajo la misma denominación y que ha sido intervenido esté ajeno al problema, ya que, además de tener los mismos distintivos que generan identidad ideal en el público, desde su sede en Caracas despachaban operadores que captaban esos depósitos en dólares, se prestaban sus instalaciones para sorprender la buena fe del público; deben responder, incluso personalmente, sus directivos. Apenas se ha producido una tímida reacción del Ministerio Público.

Ya hablaremos de la acción colectiva (Class Action) que se promueve en Estados Unidos y en la cual hay que medirse bien antes de comprometerse.


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Fecha publicada: 27/02/2009
Fuente: El Nacional
Tema: economia
Tags: Fraude Stanford y Venezuela


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