La esterilidad intelectual e ideológica de este pandilla de azotes de barrio que nos gobierna, comenzando por la de su capo, el inefable Chacumbele, es tal, que todo lo que sale de sus resecas molleras no es sino la repetición de los peores rasgos de lo que brotan sino abrojos y gamelote.
Chacumbele despectivamente denominó 'Cuarta República'. Todo lo que se les ocurre es película repetida, mil veces vista en el pasado, con el añadido de pulsiones dictatorialistas a lo Gómez y Pérez Jiménez. En este desierto de ideas no Ahora Chacumbele se propone anular el paso de avance que significó la elección directa de gobernadores y alcaldes, con la consiguiente transferencia a estos de múltiples atribuciones que hasta entonces estuvieron concentradas (y mal gerenciadas) en el poder central. Chacumbele se propone mantener, hasta nuevo aviso, la figura formal de estos funcionarios, pero revirtiendo al poder central las atribuciones que les habían sido transferidas, para dejar reducidas a cascarones vacíos gobernaciones y alcaldías. Sus gobernadores y alcaldes fueron agentes activos en la campaña por la enmienda, pero ahora les retribuye despojándolos de sus funciones. Además, la figura de las 'autoridades regionales', prevista en el artículo 70 de la Ley de Administración Pública, se propone comenzar a aplicarla, con un claro signo retaliativo, montando encima de la Alcaldía Metropolitana el equivalente del antiguo gobernador del Distrito Federal, designado por el presidente. Pero, sin duda, a todos los gobernadores y alcaldes les caerá la chupa. Pura Cuarta República, pues.
Por supuesto, tal como ocurría en aquella época -y eso fue lo que finalmente empujó e hizo avanzar la reforma descentralizadora-, la concentración y centralización de poderes y competencias se traduce en una pésima labor administrativa.
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