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Si no fuera por una tendencia irreprimible a creer que todo lo que se escribe en un periódico debe ser serio, no estaría hoy escribiendo este artículo. Porque escribir acerca de lo que el Sr.
Chávez ha hecho durante los últimos quince días con las arroceras y las areperas parece, más bien, una mamadera de gallo, si en el fondo no se viera alguna línea que permite enseriar el asunto. En efecto, detrás de todo esto nos parece ver un propósito del Sr. Chávez de llevar a todos los sectores de la sociedad que producen lo de nuestro cotidiano llantar a una subordinación a los designios del Estado como si fuera o se tratara de una industria de las llamadas pesadas. Eso cabría aún para los arroceros, que deben producir según los dictámenes del plan (¿socialista?) de la nación, pero ¿las areperas? En este punto confesamos que no entendemos la amenaza de cierre por especulación. Sacar unas cuentas simplistas que toman en consideración únicamente lo que se produce con un kilo de harina de maíz y un kilo de cochino es, por lo menos, ridículo. No voy a repetir lo que han dicho, asombrados, los propietarios de estos negocios. Que si el local, los operarios, el lugar, los impuestos, etc. Lo que van a lograr con estos establecimientos es que no vendan esos productos... y ya.
Con las arroceras ocurre algo similar. Se pretende que el productor venda a pérdida, según lo establecido en un listado elaborado por unos burócratas en Caracas, que no tienen idea de cómo se bate el cobre en el interior del país para producir un kilo de arroz. Ciertamente que no pasamos por alto las intenciones de los funcionarios al intervenir estos establecimientos comerciales. Ciertamente que quieren protegernos de la especulación y que vivamos mejor. Pero en esa intención van a botar el niño por la bañera. O mejor, lo que quieren en el fondo es expropiar a grandes empresas como la Polar, lo que les facilitaría una buena y probada red de distribución al detal para el arroz y muchos otros productos. No es posible, en sana lógica, que estemos en Venezuela lidiando con estos problemas de la prehistoria. Ello se le sumará al expediente que será hecho al gobierno de Chávez algún día. El haber intentado nacionalizar una red de distribución popular con los más ridículos argumentos. Y habernos eliminado una fuente de alimentación popular, con iguales argumentos, como son las areperas. Inútilmente ambas cosas.
Una, porque desaparecerá al poco tiempo en las manos ineficientes del Estado, y otra porque cerrarán, simplemente.
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