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Muchas de las empresas que figuran en las primeras planas de los periódicos por sus manejos poco transparentes, alguna vez fueron percibidas como socialmente responsables. Antes de su quiebra a principios de esta década, Parmalat fue conocida por sus programas en pro de la infancia y como patrocinante de varios equipos deportivos. Lo mismo puede decirse de los actores involucrados en la actual crisis financiera.
En Venezuela, hay incertidumbre por lo que pueda suceder con el programa 'Medicina de colores', que proporciona un espacio recreativo y educativo a los niños con cáncer atendidos en el Hospital J.M. De Los Ríos, pues uno de sus principales socios es Stanford Bank. Esta entidad bancaria fue intervenida por la Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones Financieras (Sudaban), luego de que su casa matriz ubicada en Estados Unidos fuera acusada de fraude. Cabe destacar que la filial venezolana responsable de 'Medicina de colores' no incurrió en ninguna irregularidad. Sin embargo, lo ocurrido en su casa matriz llevó al Estado a decretar su intervención.
Hasta ahora no se sabe cómo afectará esta situación a la ejecución del programa. 'La alianza que el banco tiene con la Asociación de Padres de Niños con Cáncer (Asovepanica) para ejecutar el proyecto `Medicina de colores' dependerá de la voluntad de los nuevos dueños', informó un ejecutivo de Stanford de manera extraoficial.
Rosa Amelia González, profesora e investigadora del Centro de Políticas Públicas del IESA, considera que es prematuro pronunciarse sobre el caso de Stanford. Sin embargo, sostiene que --en general-- las empresas que se han visto envueltas en escándalos muestran un fenómeno al cual se le ha prestado poca atención: el tema de la consistencia que deben tener las corporaciones entre lo que predican fuera de sus oficinas y sus procesos operativos. 'Se ha venido observando que algunos de estos casos emblemáticos de escándalos empresariales fueron protagonizados por compañías que se movían exclusivamente en la dimensión externa de la RSE'.
La académica considera que para que una empresa califique como 'socialmente responsable' no solamente debe mostrar la cara pública de buen samaritano a través de acciones con las Organizaciones de Desarrollo Social (ODS) y las comunidades, sino también ser consecuente en lo interno. 'No deberían ocurrir cosas como que se les esconda información a los accionistas, pero lamentablemente eso se está viendo a nivel mundial', dice González.
Visser explica que la crisis servirá para medir la verdadera naturaleza social de los programas. 'En un año tendremos una idea mucho mejor de quién ha impulsado la Responsabilidad Social en el corazón de su negocio y quién lo lleva como una máscara'. Para González, la situación también constituye una señal de alerta para las ODS. 'Como en cualquier sociedad, las ODS juntan su reputación con las de sus socios empresariales, pero deben ser muy cuidadosas a la hora de escoger sus alianzas. REGRESAR |
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