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El mayor éxito que en el corto plazo tendrá el 'plan anticrisis' anunciado por el presidente Chávez es haber dejado la sensación en buena parte de sus seguidores, y en la gran mayoría de sus adversarios, de que después de todo las medidas a ser ejecutadas no son tan malas. Una hábil maniobra de un gobierno que por semanas dejó correr especies y rumores alrededor de sus posibles acciones para paliar los embates de la crisis, y que se presentó el pasado sábado con un sobrio recorte en el presupuesto de gastos, un incremento en la alícuota del IVA, un moderado incremento salarial y varios puntos del PIB de mayor endeudamiento interno para cubrir la brecha fiscal faltante.
¿Cuál es el objetivo de este plan y cuáles sus posibles repercusiones? En ninguno de sus aspectos este plan se centra en amortiguar los efectos reales de la crisis. El plan no tiene componente anti-cíclico alguno y su objetivo central es cuadrar las cuentas fiscales frente a una caída profunda de los ingresos petroleros. Peor aún son sus posibles secuelas. El Presidente habló de un modesto recorte en el presupuesto de gastos de sólo 6% con respecto al presentado en octubre pasado a la Asamblea Nacional. Pero esa comparación es engañosa y poco informativa. Lo relevante es más bien comparar el gasto efectivo del gobierno central del pasado año con el que se planea entonces hacer este año, y dicho así, estamos hablando de 85 mil millones de dólares en gastos ejecutados el pasado año contra un recorte a 72 mil millones de dólares este año, lo que representa un ajuste de 17% en un solo año. Esto está muy lejos de ser una política fiscal contra-cíclica. El Presidente también habló de ajustar la alícuota del IVA en 3%, un ajuste tributario de conocido impacto inflacionario, con impacto recesivo, y por si fuera poco, con impacto redistributivo pues pecha desigualmente a quien dedica de su ingreso más al consumo que al ahorro financiero. El Presidente habló de colocar deuda pública interna por el orden de los 22 billones de bolívares. Pero, la magnitud de las cifras indica que la cartera de crédito tendrá que abrirle espacio en el balance de los bancos a estas emisiones del gobierno con grave detrimento de la actividad económica. Los jugosos rendimientos con que habrá que incentivar a los tenedores vienen por cierto con un premio, pues no pagan ni un céntimo de IVA. Finalmente el Presidente habló de la política salarial y se presentó con la insólita propuesta de un ajuste en el salario mínimo de sólo 10% en el mes de mayo, y de 10% más en el mes de septiembre. ¿Qué oferta es esa en un país que registró una inflación por encima del 30% el pasado año? Suponemos, una que subestima el poder de lucha del movimiento laboral. Sobre cómo defender el salario de la inflación de este año, prevalecerá el silencio. Lo que está a la vista entonces en materia salarial es un dramático ajuste en el salario real encuadrado en un programa conservador de ajuste fiscal. REGRESAR |
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