¿Hay un mejor termómetro de los problemas de una comunidad que sus propios vecinos? Definitivamente, no. Así lo entendió un grupo de expertos en seguridad, quienes en los noventa se percataron de lo lejanos que estaban los efectivos de la Policía Metropolitana (que atendía en aquel entonces a toda Caracas, hasta Guarenas) de entender y atacar con precisión las demandas de cada sector.
Luis Godoy, jefe de Homicidios de la extinta PTJ y antiguo director de las policías de Baruta y Chacao, lo recuerda bien: 'En los sesenta se creó la primera Policía uniformada que luego pasó a convertirse en Metropolitana. El problema que tuvo fue que, con el crecimiento de la población, se fue haciendo ineficiente. Se transformó en un comando armado represivo, la envolvieron en el tema militar y se fue alejando de la población'.
El Instituto Autónomo de Policía de Sucre nació entonces como un experimento exitoso que luego copiaron el resto de los municipios. 'Con las policías municipales se acercó el funcionario a la gente. Se comenzaron a atender los problemas cotidianos en un marco de prevención y educación. Cada cuerpo fue ganando su identidad', explicó Manuel Enrique Furelos, miembro fundador y actual director de Polisucre.
¿Y quién no recuerda a los efectivos de Polichacao con sus guantes y sombreros blancos? 'Logramos que los vecinos nos conocieran a nosotros y nosotros a ellos. La gente cambia su actitud cuando entra al municipio, porque desde el principio hicimos una campaña de educación. La comunidad nos ha legitimado', opinó Daniel Joves, director del Cuerpo.
Retroceso latente Pero la Ley de Policía Nacional reavivó el debate sobre el papel que tendrán los cuerpos municipales y abrió la herida ya cerrada de una autoridad única.
El ex director de la PTJ, Fermín Mármol León, tiene su teoría: 'Van a querer que la línea de mando de esos casi 100 mil hombres uniformados sea militar y eso no va a funcionar'.
Sin embargo, aun cuando no hay detalles de si esa Policía tendrá o no una dirección castrense y menos cuándo estará en funcionamiento, en el panorama ya se vislumbran algunos ejemplos de la amenaza que se cierne sobre la autonomía de los cuerpos municipales.
Basta recordar la resolución publicada a finales del año pasado por el Ministerio de Interior y Justicia, que solicitó a los gobernadores y alcaldes que debían enviar a ese despacho los datos de los candidatos a las jefaturas de sus policías para evaluar su designación. ¿Se volverá al centralismo?
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