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A l anunciar las medidas económicas, el sábado 21 de marzo pasado, el presidente Chávez dijo repetidamente que el bolívar no iba a ser devaluado, que se mantendría la tasa preferencial de 2,15 bolívares por dólar. Eso contribuyó a calmar los ánimos que se habían exacerbado por los insistentes rumores de que la devaluación era inevitable, al punto de que en los días posteriores el bolívar se fortaleció en el mercado paralelo. Parecía que todo seguiría igual. Pero quienes así pensaban estaban incurriendo en un error. Las realidades cambiarias estaban evolucionando, y de una forma profunda, entre otras cosas porque el bolívar sí se estaba devaluando.
¿Significa esto que el Presidente mintió? No lo creo, simplemente se confundió, porque no es lo mismo mantener vigente el tipo de cambio preferencial que existe desde hace cuatro años, que evitar la devaluación del bolívar en el marco de las realidades que vivimos.
Pocas horas después de los anuncios, el ministro Giordani informó que en los próximos días se darán a conocer las restricciones que se aplicarán en el otorgamiento de divisas preferenciales, que se restringirán a importaciones prioritarias.
También dijo que los productos que no se consideren prioritarios podrán seguir siendo importados, pero no con dólares de Cadivi y, adicionalmente, tendrán que pagar impuestos.
Lo que eso significa es que se limitarán severamente las divisas preferenciales, y se pasará el grueso de las importaciones al mercado paralelo, lo que hará que el tipo de cambio promedio al que se realizarán las compras foráneas este año será muy superior al de 2008. Eso no es más que una devaluación que encarecerá los productos externos, máxime si a éstas se les pecha con aranceles que probablemente serán incrementados.
Un par de comentarios al respecto o, si se quiere, dos sugerencias a las autoridades. Es por demás importante informar a la mayor brevedad los productos y los servicios que seguirán teniendo acceso a los dólares preferenciales, pues es muy peligroso generar incertidumbre sobre esta materia. Si un comerciante o un productor no sabe, o tiene duda, si seguirá teniendo acceso a los dólares de Cadivi, o si le aprobarán los montos que él necesita, buscará mecanismos para protegerse de esas contingencias. Uno de ellos es la fijación de los precios con base en el comportamiento esperado del tipo de cambio en el mercado paralelo, porque si en el futuro se viere impedido de acceder a las divisas preferenciales, o sólo pudiera obtenerlas en montos muy mermados, se verá forzado a comprar los dólares a la tasa libre, para lo que necesitará muchos más bolívares que en el pasado.
Por otra parte, la migración forzosa de operaciones cambiarias hacia el mercado paralelo podría implicar importantes cambios en los montos de moneda extranjera que allí se demanden, por lo que habría que flexibilizar las normas del control cambiario para permitir que el BCV, Pdvsa u otro ente puedan operar en él con mayor fluidez y transparencia. Sólo así se podría impedir que la oferta de divisas se rezague frente a la demanda, pues una ruptura de balance de ese tipo ejercería presiones indeseadas sobre el tipo de cambio libre, lo que encarecería la mayoría de los productos foráneos y ensancharía la diferencia con la tasa de cambio preferencial.
Como se ve, si no se es particularmente cuidadoso en la implementación de las medidas cambiarias que se adoptarán, los resultados podrán ser muy adversos, ya que se podrán desencadenar fenómenos que agraven las presiones inflacionarias, haciendo mucho más doloroso y traumático el ajuste que inevitablemente se tendrá que implantar. REGRESAR |
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