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El ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, aseguró que el proceso de compra del Banco de Venezuela, filial del grupo Santander, por el gobierno de Hugo Chávez 'no es una nacionalización, sino que habrá un acuerdo beneficioso entre el Ejecutivo venezolano y la dirección de la entidad'.
Recordó que fue la propia entidad que lidera Emilio Botín la que decidió vender el Banco de Venezuela, por lo que considera legítima la aspiración del Estado venezolano de ejercer su derecho a comprar la filial.
'Fue el propio banco el que decidió vender en Venezuela y lo que hizo el Gobierno fue utilizar su derecho de poder comprar la presencia bancaria de esa institución financiera en Venezuela', afirmó Moratinos, durante una sesión de control al gobierno en el Senado español.
El canciller añadió que el proceso de negociación va por 'buena vía' y que el Gobierno español está trabajando de forma 'discreta y eficaz' para facilitar el acuerdo, manteniendo encuentros con el Ministerio de Finanzas venezolano y con la directiva del grupo Santander.
Aseguró que se fijará un 'justo precio, que es lo que están haciendo con mediación del gobierno español'.
Moratinos recordó las negociaciones que llevaron a cabo la primera petrolera española Repsol YPF con el gobierno de Rafael Correa, que finalmente permitió mantener la presencia de la compañía española hasta 2018 en Ecuador.
'Lo mismo va a pasar en Venezuela', afirmó el ministro.
'El término nacionalización no tiene otro significado que transferir al sector público, en este caso el venezolano, la responsabilidad de una gestión mediante el logro de un justiprecio'.
El presidente Chávez, había reiterado en marzo su intención de nacionalizar el Banco de Venezuela, que supone menos de 2% de los negocios del Grupo Santander, tras haber anunciado esa decisión en agosto de 2008. Después de varios meses de negociaciones, éstas se estancaron debido a la crisis económica.
Con la nacionalización del Banco de Venezuela, en el que 96% del capital pertenece al Grupo Santander desde 1996, el Estado pasaría a tener las riendas de 25% del sector bancario, lo que lo convertiría en el actor más poderoso del sistema financiero venezolano.
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