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'Cierran las radios porque el gobierno ya no puede convivir con medios críticos'
Hay que desechar el papel sellado, los abogados y los amparos. El cierre masivo de emisoras es un hecho político brutal y descarnado cuyas motivaciones están bien claras. No se trata, ni siquiera, de la naturaleza totalitaria de un gobierno, mal congénito que lo acompañará hasta su final, sino de una circunstancia política que puede convertirse en hecho irreversible: hay un germen de autodestrucción y de agotamiento que la gente ya percibe. Basta con haber observado por el canal 8 las asambleas del PSUV, donde la militancia de base se debatió con despecho contra una dirigencia que ni la toma en cuenta ni 'baja los recursos' para atender las necesidades de los consejos comunales. La descomposición moral, el caos administrativo, la incapacidad para gerenciar y la baja del consumo, ya presente por el tropezón del boom petrolero, están abriendo troneras insalvables en un régimen que se alimentaba de una fuerza popular legitimadora que, al mismo tiempo, cohonestaba todas sus arbitrariedades.
Ahora las cosas no son tan así, esa condición primigenia de fascismo latente se activa movida por las circunstancias y el gobierno se muestra incapaz de sobrevivir con medios de comunicación medianamente críticos. Antes el aparato propagandístico oficial, montado sobre los hombros del caudillo, no sólo combatía con eficacia a la hora de promover una acción de gobierno, en el fondo inexistente (es decir se limitaba a crear mitos), sino que vencía y convencía a las mayorías (al margen de trapisondas, ventajismo y la lista de Tascón) a la hora de votar. Pero la maquinaria comunicacional está fallando, se desvanecen los argumentos, los voceros se muestran indefensos ante el reclamo de una realidad que muchas veces se expresa por si sola, sin necesidad de manifestaciones o por el sólo expediente de una comunicación radiofónica limitada a lo básico: informar y demandar atención a las autoridades.
El otro elemento que se los está comiendo es la fusión inmoral de partido, Estado, gobierno. Cabello les advertía a los radiodifusores que el jardinero debe dedicarse al jardín y el barrendero a barrer, olvidando que él, Rodríguez, Ramírez o Jackelin, ocupan tres o cuatro cargos a la vez y por eso Caracas se ahoga en basura, Pdvsa se hunde en el caos y el déficit habitacional produce vértigo. Pero no tienen otra, se rebelan como lo que son, unos bárbaros que acuden a la violencia, cierran de un plumazo 34 estaciones de radio y se proponen continuar un disparate sin parangón en la historia. Acto desesperado de pretendida fuerza que no es sino pura debilidad ante la terquedad de los hechos. De manera que podrán cerrar todos los medios, pero, como bien lo dijo el filósofo Oscar D León: 'si te busco por allí me sales por allá' y ese allá no sólo está en métodos alternativos de comunicación, sino en la calle, donde hay que defender lo que aún queda.
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