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Por blackberry giró instrucciones: 'Quiero anunciar desde ya un septiembre negro'
Llegó agosto y todavía no han ocurrido las horribles catástrofes económicas que los más prestigiosos pronosticadores de hecatombes vaticinaron para Venezuela. Por el contrario, estamos en nuestra crisis de siempre que, por ser la de siempre, ya no se puede considerar crisis.
Los jefes periodísticos desesperan un poco al ver que no se atisban los estallidos sociales presagiados por sus fuentes dignas de todo crédito. A pesar de sus notables esfuerzos por convertir a los sucesos de Curiepe en una Toma de la Bastilla a la manera barloventeña, este agosto gozón ha resultado tan parecido a tantos a anteriores: los potenciales focos de disturbios son las listas de espera en los aeropuertos para irse a Europa y las colas para pagar en los bodegones de Margarita.
Algunos Mafaldos (periodistas jóvenes e irreverentes, como deberían ser los periodistas a cualquier edad) me dicen que la situación hace recordar aquella parodia del grupo Medio Evo ¿Qué pasa que el cóndor no pasa?, sólo que la pregunta es ¿qué pasa que la crisis no llega?
Uno, que anda en onda de creer en la buena fe ajena, supone que los editores no quieren quedarles mal a sus lectores. Si ya les llenaron la cabeza de malos augurios, de profecías cataclísmi- cas, de anuncios apocalípticos, quieren verlos hechos realidad, pero no porque sean unos morbosos e irreflexivos vendepatria, sino porque quieren demostrar que sus diarios son veraces. Qué gente tan seria, damas y caballeros.
En estos días, un jefe mandó a buscar al superestelar catastrofista Joe War, quien aseguró, por allá por febrero, que al comenzar el segundo semestre, el socialismo del siglo XXI estaría de rodillas, pidiéndole perdón -y platica- al FMI. Pero el experto está fuera del país. Tal parece que está analizando los efectos tardíos de la crisis en los precios de los restaurantes de Madrid y París.
'Bueno, llama entonces al que dijo que en agosto nadie salvaba a Chávez de un sacudón social, producto de la escasez, el desabastecimiento y la hambruna', dijo el jefe, ya al borde de un ataque de humor de perros. 'Ese está en Dubai& en la isla artificial ¿sabes? -explicó una reportera-. Parece que ahora es asesor de un jeque'.
El gran jefe fue a tomarse una cerveza al bar de la esquina (clásica escena del folclor periodístico). Allí resolvió irse una semanita al spa de Miami a sacarse el estrés que produce esta falta de crisis, esta ausencia de descalabros, esta calma chicha.
Por blackberry giró instrucciones de buscar a cualquier pronosticador de desgracias, aunque esté temperando en la Costa Azul, apostando en Montecarlo o buscando las raíces de la cultura occidental en Atenas. 'Quiero anunciar desde ya un septiembre caótico', ordenó.
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