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Ahora que se aprobó la Ley Orgánica de Educación con la que muchos creemos que se ponen en juego aspectos neurálgicos de la vida, nos declaramos desorientados sobre acciones efectivas que podemos seguir o echamos la culpa a otros y despotricamos en contra de los 'responsables'.
Llegado el momento de atribuir responsabilidades, la mayoría de los enemigos de esta ley, señalan la falta de participación efectiva por parte de la oposición. Yo creo que una de las fallas ciertamente es la falta de participación, pero el general encogimiento de hombros no se refiere solamente a la protesta organizada. No queremos ver lo inminente, no asumimos que es más importante aún desarrollar la conciencia de lo egoístas y ciegos que hemos sido frente a las necesidades de la mayoría del colectivo, que a fin de cuentas ha sido la que, desatendida y abandonada, constituyó el caldo de cultivo para la proliferación del régimen que está creando esas leyes. No podemos seguir pensando y defendiendo exclusivamente -como hasta ahora hemos hecho desde la oposición- nuestros intereses de clase media; necesitamos sensibilizarnos y actuar por los intereses del país todo, entero o de lo contrario estamos acabados.
Podemos luchar, buscar, reinventar las vías, de impedir que la LOE se concrete en las condiciones en que está planteada; pero si no resolvemos la causa que engendró esta ley y las que vienen, de nada servirá ninguna movilización o lucha contra ellas. Para lograr un remedio efectivo es necesario ir a la causa. Si tenemos pulmonía, nada hacemos con tratar la tos. O acabas con la bacteria o no se resuelve el problema. Y el problema no es Chávez, somos todos. Chávez y el chavismo sólo son el reflejo de nuestro egoísmo e inconsciencia.
Nos guste admitirlo o no.
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