Nada más normal en la vida de los países en vía de desarrollo y el nuestro, a pesar de sus particularidades reales y sus folklóricas echonerías, persiste en seguir siéndolo--que los periódicos cambios y hasta verdaderos saltos que se dan en el ámbito de la educación. A veces, transformaciones que ocurren en el campo de la economía y en las relaciones entre los sectores sociales que producen esas transformaciones (piénsese, por ejemplo, en nuevos tipos de cultivo o de crianza de ganado, en el brote de la industrialización en ciertas áreas o en nuevos tipos de intercambios con otras sociedades) reclaman que la educación sea también modificada, y otras veces es la educación la que clama por transformaciones sociales. Sucede, en concreto, lo que nos señala en muy ponderados términos la estadounidense 'Enciclopedia de las Ciencias Sociales (item Educación y sociedad): 'A medida que la sociedad se industrializa y se moderniza, la instrucción de sus jóvenes se va progresivamente diferenciando, se hace más compleja internamente y está más ligada a otros aspectos de la sociedad. La educación se hace más necesaria para la economía y se liga cada vez más estrechamente a ella como instrumento mediador entre la demanda y la oferta de trabajo. La competencia, general y específica, de una persona para desempeñar una ocupación está garantizada, cada vez más, por la escolaridad que posee, y de ahí se deduce lo que esa persona puede realizar'.
Así, sin llegar a situaciones revolucionarias, a crisis o estados de general ruina y bancarrota, en medio de la más serena estabilidad, pueden aparecer esos momentos que exigen cambios parciales o integrales en los sistemas de educación. Y estos cambios se producen a menudo de manera tan regular que ni siquiera marcan hitos o puntos de referencia en su historia. En ocasiones, se trata de proyectos extensión y diversificación de la educación que se traduce en la realización de discretos o gigantescos planes de infraestructura y planta física para la creación y funcionamiento de los establecimientos requeridos.
. Otras veces, el anhelo de responder a los requerimientos del desarrollo social o de la planificación de estas se traduce en elaboración de nuevas leyes para crear o modificar sistemas y subsistemas educacionales. Esto último es lo que ha ocurrido entre nosotros desde el momento mismo en que entramos en la modernidad. En Venezuela, en efecto se han dictado, desde 1944, 4 Leyes de Educación. En 1955, época de la más desoladora estabilidad del régimen de Pérez Jiménez , se derogó la que se podría considerar como el primer esbozo de una Ley de Educación General en Venezuela, la dictada en 1944, antes de que viniera el sacudimiento del trienio 45-48 y se promulgó la primera Ley del sistema de Educación en Venezuela. En 1980, pasados ya los momentos de turbulencia del régimen democrático que se estableciera el 23 de enero, el Congreso elaboró una nueva Ley de Educación que, promulgada por Herrera Campins en julio de ese año, derogaba la anterior ley de Pérez Jiménez (que, como se ve, se había mantenido vigente en los cuatro anteriores períodos legislativos. Y, finalmente, a casi treinta años de la publicación de esta última ley, Hugo Chávez acaba de promulgar, como bien se sabe, una nueva Ley orgánica de Educación.
¿Reflejan las leyes que han precedido a la que ahora se nos trata de imponer esas profundas implicaciones de las que hemos hablado entre nuestra sociedad y los sistemas de educación que hemos conocido? No todas, ni de igual manera. No creemos que las leyes de educación de Medina ni de Pérez Jiménez hayan sido el reflejo de los cambios que, sin lugar a duda, se han dado en la sociedad, cambios en el plano de la modernidad, la industrialización, y la mayor participación de todos los sectores sociales en la vida pública. Pero, es desde Medina y mediante la acción de los gobiernos que se dieron desde entonces y hasta el final del pasado régimen, que se dio la oleada de extensión y diversificación de la educación, que permitiera no solo responder a las exigencias planteadas por las transformaciones sociales (crecimiento demográfico acelerado por las inmigraciones, urbanización galopante, incorporación a la vida económica de áreas hasta entonces marginadas, etc), sino que contribuyera, de manera ciertamente discreta, a enfrentar esas transformaciones y a fomentar otras. En las décadas que precedieron al actual régimen, el Estado venezolano, de manera directa o como tutor de pequeños sectores de la sociedad civil y de la Iglesia, dotó a la educación venezolana de infraestructura material, personal docente en todos los niveles y ecuánime y acertado control. No fue, entonces, a través de la promulgación de leyes como se dieron estos cambios en el ámbito de la educación, pero si a través de la continuidad en la ejecución de los programas educacionales que observaron, sin excepción todos los gobiernos, salvando incluso profundas diferencias entre ellos. Hubo pertinencia en la acción gubernamental en materia de educación, apreciada esta en base al crecimiento de la matrícula en todos los niveles educativos, pero apreciada también esta pertinencia como afán de dar respuesta a los grandes y constantes dilemas que plantea la educación: desarrollo y expansión del individuo, sin merma de la preocupación por el bienestar social; igual preocupación por la ciudad que por el campo, por los barrios que por las urbanizaciones; afán, sobre todo, de establecer lo que es la piedra angular de una educación democrática y humanista: ofrecer igualdad de oportunidades, sin distingo de procedencia social, racial o cultural.
Chávez, bien lo sabemos, pretende conducir su régimen hacia una transformación social radical en Venezuela. Entre los fundamentos que le ha erigido a esta pretensión de cambio, está la más intransigente y severa crítica a cuanto han hecho los gobiernos anteriores en todos los planos particularmente en el plano de la educación y la promoción cultural.
¿Representa esta Ley Orgánica de Educación una superación de las deficiencias o abandonos de la que serían culpables los gobiernos del pasado régimen y es acaso una adecuada respuesta en el campo de la educación a los planes que el mismo Chávez pretende adelantar para crear lo que esa ley designa como un 'nuevo ciudadano'? ¿O, como lo sugiere nuestro título, es tan solo una agresión contra los derechos del hombre y las libertades públicas en nuestra sociedad?
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