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En lo que puede considerarse una nueva escalada hacia el pensamiento único, la Asamblea Nacional de Venezuela aprobó la ley de educación a partir de la cual la formación de los niños y los jóvenes se convertirá en un campo de adoctrinamiento político.
El gobierno de Chávez cumple con una vieja aspiración según la cual, para el socialismo de la revolución bolivariana, la educación es un derecho inalienable y el Estado está obligado a garantizarla. La nueva legislación es definida como una 'batalla de ideas', para avanzar en la construcción del socialismo. No es un mero instrumento de gestión, sino una herramienta política promulgada por un proyecto radical.
Según las autoridades, la ley ofrece múltiples beneficios, como el incremento de los días de escolaridad. Asimismo, se respetará la pluralidad ideológica fundamentada en la 'doctrina bolivariana y en el humanismo social'. Pero dirigentes gremiales y especialistas consideran que la norma intenta ideologizar a los alumnos en el socialismo y elimina la educación religiosa en las escuelas.
La nueva norma se presenta bajo el argumento de acceder a una educación gratuita, supuestamente emancipadora y liberadora que, sin embargo, se fundamenta en la prohibición y la censura. La educación no consiste en adoctrinar, sino en intentar que el ser humano asuma la libertad responsable. Y debe ejercer una función formadora para beneficio del individuo y de la sociedad. La nueva ley venezolana lejos está de respetar estos principios.
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