La cuenta no da. Para aplicar el calendario escolar estipulado en la Ley Orgánica de Educación habría que estirar el almanaque, pues al sumar los 200 días de clase, con los fines de semana, las vacaciones y los feriados, el total asciende a 380 jornadas. El año, hasta ahora, cuenta con 365 días. Es decir, faltarían 15 jornadas para completar la aspiración de la ley.
Por ello, la prórroga del régimen de clases tiene consternados a los maestros y profesores agremiados. El presidente de Sintraenseñanza, Oswaldo Pantoja, lanza una interrogación al aire: ¿Cómo va a aplicar el ministerio (de Educación) esa cuenta? 'No precisaron las vacaciones en la ley. Deben respetar nuestros 60 días hábiles de asuetos docentes, pues es un derecho contractual, legal y constitucional', advierte.
La única forma en que podría ponerse en práctica el nuevo calendario escolar es eliminar los días feriados ('Incluyendo el 4 de febrero', dice Pantoja), reducir las vacaciones docentes ('¡Eso sería ilegal!', exclama el profesor) o aumentar el almanaque a 380 días.
'Esta propuesta debió ser negociada primero en el ministerio. Si van a reducir las vacaciones, debe haber una compensación para que renunciemos a ese derecho. Pero no vamos a renunciar. Ya hicimos un reclamo legal ante la Inspectoría del Trabajo de Miranda. Estamos esperando respuesta', señala.
Optimizar el tiempo. Sumarle 20 días a las 180 jornadas que tiene el calendario escolar no es un drama para los maestros o para los padres y representantes.
Lo que les preocupa es cómo se aprovecharán esas jornadas adicionales en la práctica, pues hasta el momento la experiencia revela que en los planteles públicos se ha perdido entre 40% y 60% del tiempo útil de aprendizaje. Esto es, de los 180 días estipulados hasta que se aprobara la nueva Ley Orgánica de Educación, apenas 90 se dedican a las clases. El resto se esfuma entre reparaciones de infraestructura, inasistencia de maestros o de estudiantes, incumplimiento del horario (se empieza una hora más tarde después del desayuno y de cantar el himno, y se termina media hora antes para esquivar la inseguridad porque oscurece más temprano), suspensión por reuniones de docentes o por consultas electorales, huelgas y protestas.
Las investigaciones hechas por académicos, como la profesora del Doctorado en Educación de la UCV, Nacarid Rodríguez, han concluido que en Venezuela, el calendario escolar en muchos centros educativos se cumple a la mitad, sobre todo en escuelas bolivarianas o públicas.
Para Rodríguez, aumentar a 200 días el régimen escolar puede resultar positivo, siempre y cuando se haga cumplir el calendario completo y se vigile la optimización del uso de ese tiempo. 'Dudo que pueda cumplirse realmente, pues las condiciones no están dadas en todas las escuelas. Incrementar las jornadas de clases no mejora la calidad de la enseñanza.
Se ha dejado de controlar la calidad al eliminar (en esta última década) las evaluaciones y concursos de docentes. Hay que centrarse en lo pedagógico', advierte la profesora.
Incertidumbres. La LOE establece claramente en su artículo 49 que ahora el año escolar de educación básica tendrá 200 días hábiles. No especifica cuáles son las estrategias que se deben seguir para aplicar el nuevo calendario ni cuándo se pueden tomar las vacaciones colectivas. Se ha hablado de seguir con 60 días de asueto, pero esto tampoco aparece en la ley.
Esa incertidumbre es, justamente, lo que preocupa a docentes como el coordinador pedagógico nacional de las escuelas de Fe y Alegría, Benedicto Cadenas: 'No terminamos de entender cómo van a plantear este nuevo régimen escolar. ¿Cuándo serán las vacaciones escolares? ¿En qué momento se le hará mantenimiento a las escuelas?'.
Para él, prorrogar el calendario tampoco es negativo.
Es una lucha, recuerda, que se viene dando desde que se propuso alargar el período a 200 días en el anteproyecto de ley presentado en 2001.
'Esas 20 jornadas adicionales ofrecen más posibilidades de aprendizaje para los niños.
Con 180 días de clases no se logra dar el programa completo.
Muchos contenidos quedan sin aplicarse', dice.
Concuerda con la profesora Rodríguez en que debe utilizarse de manera más efectiva el tiempo, por la cantidad de horas que se pierden.
'Hay que incrementar la educación, no sólo desde lo cuantitativo sino desde lo cualitativo', agrega Jaime Gallardo, miembro de la Red de Madres, Padres y Representantes.
Está consciente de que, como representante de un plantel privado (colegio Santiago de León), la pérdida de clases no les afecta tanto, pues la educación paga es una garantía de la continuidad en el calendario.
Gallardo se muestra solidario con el cumplimiento riguroso del nuevo calendario escolar en planteles públicos.
'El Gobierno estará vigilante de que se cumpla la LOE. Nosotros también estaremos alerta para que se cumpla con la dotación, reparación y pagos a docentes. De no ser así y si se pierde clases por esas razones-, sería un desacato a la ley de parte del Gobierno'.
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