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Por más que su líder se empeñe, la revolución no puede doblegar a la economía
El Gobierno ha anticipado que anunciará un nuevo paquete de medidas económicas los primeros días de octubre. Se trata del segundo capítulo de un tímido plan que ya hace varios meses fue anunciado, bajo la falsa o al menos ingenua creencia de que somos ricos, que el petróleo sigue alto y que la crisis económica mundial no nos haría ni coquito pues la revolución trabaja sin desmayos y con todo atino. La insuficiencia de esos primeros anuncios hoy ha quedo al descubierto. El estrangulamiento del mercado cambiario y la brecha entre el cambio oficial y la realidad, ha generado distorsiones gravísimas que se han traducido en escasez, aún y cuando se mantenga -por razones políticas- el mismo discurso público del acaparamiento con fines especulativos. En este mismo sentido el cerco a las empresas privadas por vía de impuestos, fiscalizaciones, expropiaciones, intervenciones, solvencias, cargas laborales y muchos otros factores, ha sido crucial en este proceso de deterioro económico que se ha cargado la actividad industrial y nos ha dejado más que nunca a merced del petróleo y las importaciones. Sobre el tema de la gasolina, ni hablar. Ese terror absurdo a un incremento así sea muy moderado, nos ha llevado a importar gasolina para regalarla, ya llegamos al insólito punto en que casi es igual la propina al bombero que el precio del tanque.
En definitiva no hay vuelta de hoja, por más que su líder se empeñe, la revolución no puede doblegar a la economía. Poco importa la ideología política que se profese, es un hecho históricamente comprobado que el ahogo a la empresa privada no ayuda a generar bienestar, todo lo contrario y en época de vacas flacas más aún. El paquete que está por anunciarse debe asumirlo y sincerar el cambio, aflojar controles absurdos y más aún, dejar que los empresarios produzcan en lugar de obligarlos a dedicar sus energías y recursos a defenderse de atropellos. No son necesarias cincuenta y cuatro medidas, bastaría un solo anuncio o una simple orden, 'déjenlos empresarios produzcan y denles seguridad jurídica, no son el enemigo', lo demás es carpintería y progreso. Esperamos que el paquete sea sensato, que no sea buche y pluma con fines electoreros pues de ser ésta última viveza la estrategia en práctica, a la larga sería un remedio mucho peor que la enfermedad.
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