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Mueren por tener una moto o un blackberry. Mueren por ir a la escuela. Mueren por hacer un mandado a la abuela.

Mueren por divertirse con los amigos. Son los niños y adolescentes de las grandes ciudades de Venezuela y sus barriadas que, con alarmante frecuencia, pierden la vida a manos de la delincuencia y la violencia por tan sólo el hecho de poseer, recrearse, transitar y hasta vivir.

'Ésta es la verdadera guerra asimétrica', dice Luisa Pernalete, educadora con 36 años de trabajo en Fe y Alegría. 'Es al Estado a quien le corresponde velar por el derecho a la vida en nuestros barrios y ciudades.

Y lo que estamos viendo es un caso omiso a la situación'.

Es una cifra: 4.895 niños y adolescentes murieron en 2006 por causas violentas, un tercio de ellos por homicidio, según datos oficiales que maneja la Unicef en Venezuela. Es el lado de la víctima. El otro, el de los victimarios, también está en ascenso. Pero no hay cifras. 'El mismo barrio pone al alcance de los jóvenes los factores de riesgo', afirma Leonardo Rodríguez, quien dirige el Programa ARIS, de la Casa Don Bosco, de atención a niños y adolescentes en riesgo en el área metropolitana.

Si hace unos años estos muchachos eran los llamados niños de la calle, hoy en día ya no. 'Simplemente se quedan dentro del barrio, porque allí encuentran cómo operar en la delincuencia sin salir a la ciudad'. Y así, la violencia, que tiene múltiples causas, se retroalimenta. Estos casos lo reflejan.

Guerra de bandas. Durante una jornada de diversión le llegó la muerte a Naykari Selviz. No estaba en la calle, no era medianoche. El 18 de marzo, la joven de 17 años de edad estaba en una parrilla con amigos en la platabanda de una vivienda del barrio Bruzual, en El Valle, cuando fue impactada por un proyectil en la cabeza. Las autoridades señalaron que la bala perdida salió del arma de un grupo de delincuentes que se enfrentaba en el barrio Las Malvinas. Cursaba quinto año de bachillerato.

Beiker Manzanilla, de 3 años de edad, también estaba bajo el mejor resguardo cuando murió. Su familia, para evitar caer en manos del hampa, pernoctó luego de una fiesta en una casa de familia. A las 6:00 am, su madre se montó en un vehículo de regreso a casa y colocó al niño en sus piernas.

En ese momento, unos hombres encapuchados atacaron el vehículo y lo mataron.

'Hay una intensificación de las actividades de las bandas delictivas en los barrios', explica Rodríguez. 'Están mejor organizadas y armadas. En el medio quedan los inocentes que llegan del beisbol y caen en una balacera. Se dice que es una situación vieja, pero no es así'.

Proliferación de armas. El 11 de marzo, Yocelys Peralte, de 14 años de edad, conversaba con su mamá y otros parientes en la entrada del callejón donde se encuentra su vivienda, en el sector Turiamo de la Cota 905. Un hombre en un carro que pasó en sentido oeste-este disparó un arma de repetición.

Cursaba octavo grado. Murió, como otros vecinos del lugar.

En otro hecho cotidiano, como hacer un mandado, perdió la vida River Galindo, de 15 años de edad, el 4 de febrero, en Catia. Cuando regresaba de comprarle un poco de canela a su madre, se quedó conversando con unos jóvenes frente a su casa. Entonces llegaron 2 delincuentes y le dispararon.

La misma suerte corrió Rosmer Radamés González, de 17 años de edad, quien vivía en Petare. También regresaba de hacer un mandado, pero a su abuela, cuando unos delincuentes lo despojaron de un blackberry, un anillo y la cartera. Le dispararon en el cuello.

Comenzaba el quinto año de bachillerato.

Los casos hablan de la proliferación de armas en los barrios de Caracas y de la necesidad del desarme. Según cifras oficiales, existen en el país entre 9 y 12 millones de armas legales e ilegales. 'Tenemos que presionar para que se haga, pero las ONG no podemos desarmar a la población. Es el Estado el que tiene el monopolio de las armas', señala Luisa Pernalete.

Falta de atención policial. Hace una semana, Omar Lascarro, de 9 años de edad, salió del colegio, en el Barrio Unión de Petare, junto con su madre, Gloria Tapia, y su hermano de 5 años. Cuando bajaron de la camioneta que los trasladaba de regreso a casa, 10 hombres armados intercambiaron disparos. Omar ­que quería ser veterinario- murió a consecuencia de los tiros, en medio de la soledad de la calle, que se encontraba sin vigilancia alguna.

En otro caso de ausencia de resguardo policial murió Mikel Rodríguez. El 18 de mayo regresaba de la playa, donde estuvo practicando surf. Regresaba a su casa en El Paraíso cuando unos delincuentes lo interceptaron para robarle la moto que manejaba, de su padre. Lo llevaron a la Cota 905 y allí lo hirieron en el tórax. No había funcionario alguno que impidiera el hecho. El hecho causó conmoción entre los vecinos, quienes después trancaron las vías en protesta por la violencia.

A Dougleny Tovar de 17 años de edad, muirió el domingo a manos de desconocidos que dispararon contra el vehículo en que viaja.

'Hay una ausencia del Estado en materia de protección policial', dice Gloria Perdomo, de la ONG Luz y Vida, radicada en Petare. 'Los muchachos exhiben sus armas con tranquilidad, porque no hay la debida vigilancia. Y con eso la violencia se retroalimenta'.

Asistencia familiar. Una familia destrozada por la violencia ¿a dónde va? Y los muchachos que ingresan en una banda, ¿es posible que reviertan su camino? El caso de la familia Altamar, de Las Minas de Baruta, lo plantea. El 4 de enero, Eliécer Altamar intentó refugiarse en su casa, luego de que 3 delincuentes le dispararon para robarlo. Cuando su esposa, Mary, le abrió la puerta, los hombres entraron y les ordenaron que entregaran dinero.

Los esposos se negaron, porque no tenían efectivo. Entonces los homicidas mataron a Mary y a 2 de sus hijos, Eliécer, de 11 años de edad, y a Jasser, de 7 años.

Los delincuentes son tres jóvenes identificados como Deiker, Joseíto y el Wilo. Tienen el perfil que acoge Rodríguez en la Casa Hogar Don Bosco, en Guaicaipuro. 'Los victimarios son muchachos desertores del sistema escolar', explica. 'Y no existen políticas públicas para reinsertarlos en la sociedad ni que atiendan a la familia en sus problemas con los hijos para mantenerlos en el sistema educativo', puntualiza el experto.
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Fecha publicada: 15/10/2009
Fuente: El Nacional
Tema: gobierno
Tags: Inseguridad en Venezuela, Blackberry en Venezuela


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