Hubo una época no muy lejana cuando la gente se bañaba, hacía sancochos en las orillas y abundaba la pesca y la navegación en la cuenca baja del río Neverí, un tramo de ocho kilómetros de longitud que atraviesa la zona urbana de Barcelona para desembocar en aguas del Caribe.
Pero eso hoy sólo es un recuerdo para los barceloneses, que ven con tristeza, preocupación o indiferencia cómo su principal recurso hídrico se ha convertido en un cauce oscuro y maloliente, cubierto de maleza, donde peligran las especies y ni los niños más traviesos se atreven a zambullirse.
'Cuando salimos al mar a pescar y por alguna razón nos mojamos con agua del río, tenemos que llegar a restregarnos con jabón y echarnos alcohol en los pies para que no nos salga chiquichiqui (hongos)', afirma el pescador Aaron Salazar, habitante del sector Fernández Padilla de la capital del estado Anzoátegui, una de las comunidades más afectadas por la contaminación del afluente costero.
Salazar acababa de regresar de la boca del Neverí, donde, junto con su colega Luis Marval, mostró la sedimentación que tapona el delta y contribuye al estancamiento de la corriente fluvial, ya debilitada por la ausencia de lluvias y obstruida por la proliferación de plantas invasoras como paja y bora.
Ambos marineros explicaron que la acumulación de arena, desechos sólidos y bora en el estuario dificulta la entrada y salida de los botes, que se quedan atascados, lo que a su vez restringe la actividad pesquera y merma sus ingresos económicos. Además, genera inseguridad.
'La semana pasada nos asaltaron cuando tuvimos que bajarnos a empujar el peñero. Eran 4 tipos con 2 pistolas, una escopeta y una ametralladora. Se fueron mar adentro con la lancha, los implementos de trabajo y lo que habíamos pescado. Horas después conseguimos el casco flotando a la deriva. Le habían quitado el motor, que costó 16.000 bolívares', contó Salazar. Esa misma semana, agregó, atracaron a otro grupo de pescadores en el mismo lugar.
Reina Salazar, vocera principal del Consejo de Pescadores y Pescadoras de Fernández Padilla, dijo que el jueves 25 de febrero un grupo de trabajadores del mar tomó la iniciativa de limpiar la desembocadura.
Utilizaron recursos propios y pasaron todo el día extrayendo bora, arena y otros residuos.
Cinco días después, la salida al mar estaba otra vez tapada.
Acción ciudadana. La creciente contaminación del Neverí ha movilizado no sólo a los pescadores, sino también a otros sectores de la sociedad anzoatiguense.
El viernes 26 de febrero, pobladores de comunidades ribereñas y miembros de grupos ambientalistas realizaron un recorrido con los medios de comunicación para mostrar el deterioro de la fuente de agua dulce más importante de la zona metropolitana del estado.
Gustavo Trías, presidente de la Fundación Fluvial Ecológica Neverí, informó que en la actualidad la cuenca urbana del afluente recibe 45 descargas de aguas negras y desechos industriales. Añadió que 95% del espejo de agua está cubierto por bora y paja, debido a la cantidad excesiva de potasio y fósforo que presenta el caudal, producto de las heces fecales.
Destacó, además, la falta de conciencia de algunos sectores de la población, que arrojan basura al cauce, y exigió a las autoridades actuar rápido para rescatarlo e impedir que se siga contaminando.
Luis Courbenas, ecologista barcelonés, mencionó que el problema provoca un desequilibrio ambiental que afecta la flora y la fauna del Neverí, además de causar enfermedades a los habitantes de sus riberas. Recordó que la espesa capa de bora y el hedor a cloaca limitan al máximo la navegabilidad del río, que en otras circunstancias pudiera ser un medio de transporte alternativo al caótico tránsito citadino y un atractivo turístico.
José Miguel Zampetti, director ejecutivo nacional del Movimiento Ecológico Venezuela, llamó la atención sobre un relleno que realizó la Corporación Orgar en el sector Puente de Hierro para ejecutar trabajos de construcción de un nuevo paso de vehículos. Dijo que la contratista vertió tierra y escombros sobre el lecho del río, 'y rompió, así, el normal ecosistema del lugar'. Advirtió que llevará la denuncia ante el Tribunal Supremo de Justicia, pues, a su juicio, se violó la carta magna al obviar el estudio de impacto ambiental cuando se realizó el proyecto.
Sin embargo, el supervisor de la obra, Régulo Bello, explicó que el relleno de la ribera oeste del río es provisional y que era necesario para anclar las bases del nuevo puente. Añadió que luego de inyectar los pilotines se retirará el material depositado y se rellenará temporalmente la otra orilla para continuar el trabajo. 'En dos o tres meses todo volverá a la normalidad', aseguró. REGRESAR |
