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Los costos actuales de los procedimientos médicos para devolver la salud a un enfermo, han llegado a significar el porcentaje más importante del gasto en el presupuesto familiar. Por primera vez durante los últimos años en Estados Unidos y Canadá los gastos en salud han llegado a desplazar los presupuestos de defensa y de la industria bélica del presupuesto nacional. Por ello, en Estados Unidos se considera prioritario la reforma Obama en el área de la salud.
En Venezuela, el problema se agrava por el elevado costo de los equipos y la dificultad en obtener divisas preferenciales, ya que el noventa por ciento de los insumos provienen del exterior.
Las previsiones familiares para gastos médicos y medicinas son intolerables para los hogares, ya no de clases bajas, sino para las clases media y media alta. Por ello en los últimos años la población se ha volcado en las pólizas de seguros de Hospitalización, Cirugía y Maternidad (H.C.M.) abarrotando las clínicas privadas y dañando la eficacia en la prestación del servicio. Todo esto agravado por el deterioro criminal de la atención médica en los hospitales públicos. Contrario a lo que pareciera y a la creencia de muchos, este renglón produce pérdidas en todas las empresas del ramo, pérdidas importantes que las aseguradoras tienen que compensar con las ganancias de otros ramos y/o con las ganancias del producto de inversiones de las reservas técnicas.
La mayor paradoja es que en el negocio de seguros, donde opera la ley de los grandes números (a mayor número de asegurados, más diluido el riesgo, lo cual dispersa equitativamente los siniestros y permite a menor prima, mayor utilidad), no operara en el ramo H.C.M. Por ello en nuestro país, el seguro de H.C.M. está rodeado de desconfianza, deshonestidad y bellaquería. Muchas clínicas se valen de cualquier tipo de maniobras en la facturación para enjugar las pérdidas.
Si comparamos los costos de la 'cama día' en la industria hotelera con el costo de las clínicas, donde se mantienen el suministro de las tres comidas más el costo de personal especializado durante las veinticuatro horas al día, comprendemos la magnitud del desajuste. Esta situación hace que se carguen en la factura gastos insólitos y sobrefacturen los renglones como el 'material médico quirúrgico' y en los medicamentos.
Honorarios médicos, la mayoría de las veces exagerados y la más de veces motivado al retardo que sufren por la tardanza en percibir los mismos, agravan la desconfianza del gremio médico hacia las clínicas.
La falta de un sistema de seguridad social universal (todo el mundo cotiza) y solidaria (los que más ganan, pagan más), ha sido uno de los fracasos más ostensibles de este gobierno, ya que tuvieron unas condiciones de tesorería excedentarias para fondear con solvencias un sólido sistema de previsión social.
Los médicos conscientes, convencidos de estas irregularidades, debemos establecer un baremo de honorarios médicos razonables para cada acto médico, establecido como en todos los países avanzados. Este baremo se establece tomando en cuenta: a) complejidad del acto médico; b) tiempo para realizarlo; c) experiencia y calificación de quien lo practica; d) equipamiento y facilidades del lugar donde se ejecute. Desdeñando cargos de personal redundante y gastos superfluos e innecesarios, así como la exageración de exámenes complementarios no requeridos. La crítica severa a colegas sin honorabilidad (el gremialismo bien entendido no puede ser jamás un compadrazgo de pícaros). 'La dignidad médica es el corolario de la nobleza del arte'.
Siempre será mejor que lo hagamos los propios médicos calificados en el tema, que esperar a que se nos imponga desde afuera por personal no calificado y no siempre con buenas intenciones hacia el ejercicio privado. REGRESAR |
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