Mientras aparecen miles de contenedores con aproximadamente 81.690 toneladas de alimentos descompuestos y vencidos en distintas zonas industriales y portuarias del país, millones de venezolanos carecen de una ingesta calórica adecuada (pocas comidas o alimentos -menos de 2.300 a 2.400 kcal por día) y la deficiencia en el consumo de proteínas y de hierro afecta al 19% de la población. Estas pérdidas de alimento no incluyen las 30 toneladas de alimentos podridos que fueron regresados de la República Dominicana, las cuales habían sido enviadas por el Gobierno de Venezuela como 'ayuda humanitaria' para Haití.
El fracaso de la política agroalimentaria del régimen y la imposición de un modelo de puertos abiertos (todo se importa) han conducido a un vertiginoso crecimiento de las importaciones de alimentos de países como China, Argentina, Brasil, Nicaragua, EEUU, etc.
(más de 8 millones de toneladas de alimentos se han importado desde el 2003 según fuentes oficiales). Este colapso económico ocurre a pesar de una inmensa renta petrolera, y de la sistemática hipoteca del país, mediante un endeudamiento irreflexivo tanto interno (65 mil millones de Bs.F., primer trimestre del 2010) como externo (61.626 millones de dólares, primer trimestre del 2010). La cacareada soberanía agroalimentaria no existe, hoy somos mucho más dependientes de la importación de alimentos que en el pasado (de 1.300 millones de dólares en la década de 1990, a 11.000 millones de dólares al cierre de 2009). Importaciones, que se han hecho, en la mayoría de los casos, al margen de las normas de licitación y de las reglas sanitarias y comerciales que rigen en el país. Esta desastrosa política económica ha conllevado a la destrucción del aparato agro-productor nacional, a la quiebra de empresas, a la pérdida de empleos productivos, a una persistente inflación, la cual alcanza una cifra anualizada de 30,4%, y una contracción del Producto Interno Bruto en un 5,8% (primer trimestre del 2010), según cifras del Banco Central de Venezuela.
Esta grotesca e injustificada pérdida de alimentos responde a una gerencia de Pdval y de Bolivariana de Puertos incapaz y dispendiosa, las cuales han sido escogidas, no por su capacidad profesional, sino por la lealtad y genuflexión para con el iletrado de Miraflores. Igualmente, obedece a una corrupción ligada en forma impúdica a una boliburguesía apátrida que se lucra al margen de la ley, pero al amparo de un Estado forajido (compras de alimentos vencidos o dañados, sobreprecios, negocios con el almacenamiento de los contenedores en los puertos pagando diarias multas, etc.).
Sufrimos las consecuencias de once años de un capitalismo de Estado salvaje que se ha traducido en hiperinflación, devaluación de nuestra moneda, disminución de la calidad de vida, conculcación de los derechos de los trabajadores, escasez de bienes y servicios, quiebra de las empresas básicas de Guayana, caída del consumo, mayor desempleo, mayor insalubridad, y mayor inseguridad. REGRESAR |