En Venezuela nos encanta inventar estereotipos jocosos en medio de una situación política importante, que parece fácil de explicar con argumentos tradicionales, pero que queremos complicar con nuevas perspectivas. Entonces, lo serio se vuelve risible y lo risible se analiza y estudia como si se tratase de un descubrimiento estadístico de última hora. La verdad es que no recuerdo desde cuando estamos hablando de ni-nis, pero desde que alguien se refirió a ellos tratando de interpretar las entrelineas de una encuesta, en que un grupo significativo de la población entrevistada no se identificaba ni con el Si ni con el No en el referéndum presidencial revocatorio del 2004, pareciera que ya estaban en nuestro lenguaje de todos los días y no nos habíamos percatado de ello.
De repente, los ni-nis lo invadieron todo y se revelaron como la gran explicación a las dudas que desde algunos sectores de la oposición planteaban por que se iban perdiendo elecciones en vez de ganarlas; la respuesta misteriosa, casi mágica, que todos esperábamos de alguna manera, para tratar de ocultar nuestras propias miserias políticas. El concepto de Ni Ni se comenzó a vender como pan caliente, entre todos nosotros y se propaló incluso la idea de que los ni nis, en el fondo, podían ser antichavistas temerosos de manifestar en público sus emociones políticas y preferencias electorales. Una especie de entidad fantasmal, con derecho a asustarnos en cualquier proceso electoral. Hay, sin embargo, quienes los consideraron verdaderos independientes partidistas, un modo de ser que debe ser respetado, atribuyéndoles un carácter de neutralidad y objetividad que se convirtió en un estatus social más allá de la política y en una vía de escape, en reuniones sociales o de trabajo, para quienes no querían revelar su verdadera inclinación política. Fue tal su trascendencia, que varias encuestadoras acogieron el término como una categoría político-electoral; ¿Se definiría usted como ni ni?, le preguntaban a la persona y ésta contestaba sí o no, dependiendo de quién fuera.
Particularmente, pienso que hay que ser bastante escéptico en lo que a los ni nis se refiere, al menos en que sean una categoría nueva de venezolanos. Posiciones acomodaticias o de conveniencia personal siempre han existido y existirán, en la Venezuela de ayer, de hoy y de mañana. La cobardía no solo es de los amantes como dice la canción, sino también de quienes no aman, a su país, a su familia, o no se quieren a sí mismos. La neutralidad es una etiqueta que solo existe jurídicamente a nivel internacional, para el caso de guerra entre países, pero que no se puede asimilar a la situación política interna, ni a la realidad de una nación, que puede tomar decisiones importantes a través del sufragio ciudadano. Se puede ser indiferente ante un determinado proceso electoral; pero lo que no se puede es ser indolente con el país donde se vive o irresponsable con el voto que nos pertenece como único derecho para elegir y decidir.
El abstencionismo es un fenómeno real, histórico, entre un 30% y un 40 % de la población venezolana lo conforma. Para mí, los abstencionistas son los verdaderos ni nis, los únicos, los de toda la vida. Los que siempre han señalado las encuestas, aunque con otro nombre. Lo demás, son cuentos de camino. Por eso, la pregunta del encabezado para el caso de que no pensara en ir a votar ¿Es usted ni ni? REGRESAR |