¿Cómo puede confiarse en la independencia del Consejo Nacional Electoral, cuando el Presidente de la República anunció públicamente, luego del referendo constitucional de diciembre de 2007, que el CNE no divulgó el primer boletín anunciando resultados hasta que el propio Chávez autorizó a la presidenta del CNE a divulgarlos? ¿Y si el Presidente no hubiese autorizado la divulgación, o hubiera decidido que los resultados eran diferentes, como suelen hacer las dictaduras?
Hay además varios motivos adicionales para desconfiar del CNE. Uno de ellos es que los rectores fueron elegidos en la Asamblea Nacional por una mayoría de parlamentarios oficialistas. Otro motivo es que según expertos electorales, el mecanismo de conteo de votos del CNE es susceptible de ser manipulado. En adición a ello, el CNE no aparenta tener ningún poder real frente al oficialismo. No ha hecho nada efectivo para detener los abusos de los funcionarios públicos en la campaña electoral.
Causa suspicacia asimismo el inexplicado veto que el CNE ha impuesto desde hace varios años a la OEA para observar los procesos electorales venezolanos.
A pesar de la falta de confianza en el árbitro electoral, considero indispensable ir a votar el 26S. También por varias razones. Una es la responsabilidad cívica de no abandonar el país de todos a los designios del proyecto autoritario/dictatorial del oficialismo. Los espacios políticos no se regalan, como hicieron quienes decidieron no participar en las anteriores elecciones a la Asamblea Nacional.
Además, si el Gobierno, en adición a las acciones antidemocráticas que lleva a cabo antes y durante las campañas electorales, se decide a hacer fraude en el proceso de conteo de los votos, vería facilitada su agenda si la diferencia en el número de éstos es mínima.
No votar es una forma segura de apoyar al Gobierno y a su proyecto antidemocrático. Aunque no confío en el CNE, prefiero votar con dudas que abstenerme. REGRESAR |