El próximo domingo tenemos una nueva oportunidad de integrar un cuerpo deliberante cuyos miembros son elegidos por el voto popular. Sin embargo, el temor de los aspirantes está representado por el abstencionismo de esa parte de la población mal llamada ''NI-NI''. Al parecer, esta categoría política está integrada por ciudadanos cómodos, difíciles de complacer y que, con su actitud de indiferencia, le envían mensajes a los políticos partidarios.
Su magnitud porcentual es un objetivo político tanto para los que gobiernan como para los que quieren gobernar, los cuales se afanan por hacerle atractivo el proceso electoral. En todo caso, los ''NI-NI'' le quitan el sueño a todo aquel que aspire ganar una elección de manera que sin pretender teorizar acerca de esta categoría electoral, creo prudente hacer algunos escarceos sobre el tema electoral, para tratar de entender mejor a este grupo.
En principio, las elecciones son mecanismos de rotación y transferencia entre grupos con vocación de poder. Esta rotación es normal y la misma, en principio, debe depender de las decisiones de los electores.
La sociología política reconoce que las elecciones brindan oportunidades a electores y aspirantes. Una primera opción es la que tienen los electores de proponer candidatos para cargos de elección popular. Cada vez más, las organizaciones de la sociedad civil, a través de su participación crítica, van promoviendo individualidades que terminan convirtiéndose en candidatos.
Las elecciones también son una oportunidad para que los electores transformen sus necesidades insatisfechas en peticiones, las que sensibilizan a los aspirantes.
Para los aspirantes, los anteriores planteamientos son un insumo crucial para reestructurar o proponer políticas, así como dar golpes de timón para cambiar rumbos. Adicionalmente, las elecciones son un espacio para que los gobernantes reflexionen, pues frente al escenario de ser sustituidos, entienden cuán limitado es un poder que eventualmente pueden perder.
En teoría las elecciones sirven para controlar a los gobernantes siempre y cuando, dentro de un marco de verdadera ética democrática, tomen en cuenta la opinión de los electores. Si un gobernante entiende que los electores lo pueden reemplazar, debiera estar más sensibilizado ante los problemas públicos descartando la arbitrariedad.
Las anteriores consideraciones son las que en un proceso electoral se deben formular los potenciales electores vayan o no vayan a votar. Tienen suficiente entidad como para movilizar a los ciudadanos a expresar su opinión en las urnas electorales. Sin embargo, tal hecho no parece preocupar a los mal llamados ''NI-NI''.
Formar parte de un grupo como éste es una decisión que supone una determinada posición y pretender creer que ellos están en un limbo, es subestimarlos. La posición que ellos representan es tan respetable como la de quienes inexorablemente ejercen su derecho al voto. No me imagino a estos personajes deshojando la margarita, no me los imagino evaluando propuestas cuando en el fondo no creen que la democracia sea capaz de procurar satisfacción de necesidades. Si bien tal posición puede deslegitimar la conducta crítica de este grupo, los gobernantes no los pueden excluir de los beneficios de las políticas públicas.
¡El próximo domingo ningún ciudadano comprometido puede estar deshojando la margarita. La única duda posible es decidir por quién votar! REGRESAR |
