Mayoría de equipos que se importan no están capacitados para redes avanzadas e impactan y congestionan el operador Operadoras recurren a espectro asignado a nuevas tecnologías para aumentar capacidad de las viejas redes
A pesar de la velocidad que los usuarios de servicios móviles quieren exigirle a las operadoras en el avance de sus redes hacia tecnologías de tercera y cuarta generación, en el camino éstos siguen anclados en tecnologías pasadas y, aunque suene poco convincente, la mayoría, en un país como Venezuela, que siempre se ha pensado es una nación early adopter, toman bastante tiempo en migrar hacia lo que viven exigiendo: tecnologías avanzadas.
En Venezuela, después de los despliegues que han hecho las operadoras móviles hacia redes de tercera generación, con casi dos años desde el comienzo de la primera en ese camino, sólo un 15% de la población de usuarios de servicios (Internet móvil y Smartphones) o quizás menos, disponen de equipos avanzados en tecnologías como 3G.
Si bien es cierto que en los últimos dos años, precisamente, el país se ha desacelerado en la llegada de equipos avanzados, productos de las limitaciones en el acceso a divisas (este año ha mejorado la fluidez en ese sentido), también es cierto que una gran parte de los usuarios móviles que pretenden avanzar hacia el uso de teléfonos inteligentes, especialmente Blackberrys por el servicio de mensajería, lo hacen a través de la compra de equipos no 3G, que son adquiridos a terceros que los importan vía mercado gris al país más costosos o sencillamente los traen a través de un cercano o de ellos mismos desde los Estados Unidos mediante el uso de sus cupos de internet más económicos.
Y el resultado de esas decisiones, en las que también tienen cierta culpa los fabricantes, está en que las redes de segunda generación se colapsan por la intensidad y exigencia de uso de esos clientes de servicios de datos móviles con equipos considerados viejos, que demandan más capacidad de esas tecnologías que las operadoras quieren ir apagando con celeridad para dar paso a servicios avanzados en 3G y 4G. Y, en ese camino, las empresas terminan haciendo uso de la capacidad de espectro asignado a nuevas tecnologías para seguir administrando clientes en redes viejas.
En el país se mueve la compra de equipos, incluido un 20% de teléfonos considerados de gamas Altas y Premium, pero la mayoría de ellos siguen siendo de segunda generación.
Un ejemplo de ello es Movistar, que está usando más de la mitad del espectro asignado en la banda de 1900MHz para 3G en servir el crecimiento de clientes en 2G, que se ha impulsado, pues su capacidad en la banda de 850MHz se ha quedado para el crecimiento de voz y, en el manejo de datos móviles, se ha visto congestionada por los clientes de segunda generación. Es por ello que la empresa está solicitando unos 10MHz más al regulador para equilibrar los servicios y avanzar más rápido en su apuesta 3G.
En el caso de Digitel, la empresa no ha podido, por temas de espectro, terminar de lanzar sus servicios 3G en la Gran Caracas (antes de julio esperan estar listos) y, en esa espera, ha retrasado la oferta comercial para no enfrentar problemas en el servicio, pues siguen manejando a todos sus clientes en 900 MHz, una banda ideal para despliegues de datos móviles pero que necesita de mayor espectro para consolidarlos.
En ese escenario, los clientes 3G de las operadoras se quejan muy poco, pues disfrutan de redes prácticamente libres para disfrutar los servicios, sobre todo en la provincia del país, mientras que los usuarios de servicios de segunda generación pretenden tener redes sin complicaciones, aunque sean millones.
Esto, sin darse cuenta en muchos casos de que, con sus viejos equipos, comprados recientemente pero que al final son Smartphones viejos, son participes del problema y que a medida que mantengan esos aparatos, serán responsables directos del freno al crecimiento de redes de nueva generación en el país. Y es que mientras las operadoras tengan que seguir invirtiendo en redes de segunda generación para mantener a los clientes de éstas con menor congestión, la inversión hacia nuevas redes y servicios seguirá siendo lenta y con ella la innovación también. REGRESAR |
