Con gran habilidad, como lo hacían los emperadores romanos, el Gobierno montó un gigantesco circo para mostrarle al mundo y a los venezolanos una fachada distinta ocultando el indiscutible hecho, al menos en mi opinión, que en Venezuela ya no existe democracia. Sin duda los nuevos o remodelados campos de fútbol se ven muy bien y el haber concluido el nuevo viaducto satisface a los miles de usuarios de la ruta Caracas-Litoral, castigados durante los siete largos años que ha llevado la ineficiente recuperación, aún parcial, del deslave del año 2000.
Caracas castigada, quizás porque siempre concentra oposición y críticas a cualquier gobierno, o a lo mejor, estando el Olímpico dentro de la UCV, donde aún hay libertad, no quisieron exponerse a que los estudiantes expresaran su disidencia frente a los invitados del exterior. Pero alejar a los turistas y jugadores de la capital, también pudo ser una inteligente decisión para no exponer a jugadores y periodistas de otros países a las montañas de basura, huecos en las calles, indigentes, multitud de barrios pobres y una de las más elevadas tasas de criminalidad del mundo.
Pero cuando concluya el circo, nuestros émulos de Nerón, pisarán el acelerador de sus motores revolucionarios. Pillados en sus intenciones reaccionaron con la violencia esperada ante las observaciones generales y genéricas del juez Garzón. Consistente en su posición frente a la injusticia y la violación de los derechos humanos -como la gran mayoría de los socialistas europeos, vino tan bien informado sobre lo que ha ocurrido en Venezuela, como de los siniestros planes que se forjan mientras nos distraen con juegos transmitidos por el secuestrado y poco sintonizado canal 2 y por otro, que, si tuviésemos la consistencia de otros pueblos, tampoco deberíamos ver. Si nos animara la consistencia, también apagaríamos radio y televisor cuando los enlacen en cadena y no asistir más al tan mancillado Teresa Carreño.
Con el apoyo popular mermado, pero aún lo tiene, bandas fascistas armadas, delincuentes, corruptos, poderes sumisos, medios de comunicación cerrados, silenciados o comprados y los sabios consejos de Fidel, se preparan para el golpe final: la nueva Constitución, la que nos quitará el resto de las libertades, remodelará a su gusto los derechos humanos, conculcará la autonomía universitaria y desde luego, ubicará en cada aula una foto del líder máximo, único e irremplazable de la revolución. Como en otras dictaduras, se preservará la propiedad privada de los nuevos oligarcas: jerarcas militares, condes, duques y otros fieles seguidores con sus grandes camionetas y caravanas de escoltas.
Como seguirán interviniendo o confiscando tierras y empresas, como dice soberbio el hombre "te las quitaré", el desabastecimiento continuará y pronto será el maíz el faltante. La inflación aumentará y con ella el número de pobres, alimento de los carnosaurios que gobiernan.
Pero también andan por allí los fantasmas del mayo francés, la tenacidad de un Walesa, el espíritu del 23 de enero y el de los estudiantes del 28, el verbo de los profesores, la pluma de los periodistas y un movimiento estudiantil que tiene a la libertad como consigna. REGRESAR |
