La educación es otro de los tantos frentes que ha abierto el Gobierno desde la victoria electoral del 3 de diciembre del presidente Chávez, pero éste tiene una característica muy especial, pues toca directamente la fibra familiar -a niños y adolescentes- y no recordemos que fue el Decreto 1011, del Ministerio de Educación de entonces, lo que prendió la mecha y sacó del letargo a una sociedad que se entregó en 1998.
Hoy, esa angustia es mayor porque no está en juego solamente el futuro y la formación de escolares y bachilleres de secundaria, sino también la educación superior y de ahí la determinación de los estudiantes universitarios en sus exigencias de libertad y respeto a la autonomía universitaria.
La ineficiencia gubernamental en materia educativa, tanto de los gobiernos precedentes como del actual, pero con la particularidad que éste quiere condenar a la devastación, a la ruina, el ejercicio de la educación privada, a la cual incluso han tenido que acogerse sectores menos favorecidos para que sus muchachos reciban lo mejorcito de la educación y salvarse del proceso de adoctrinamiento socialista impuesto en los planteles públicos.
El problema va más allá de la congelación de la matrícula impuesta a "manu militari", autoritariamente, por el Ministerio de Educación, pero los padres y representantes, ante este abuso de poder, han decidido poner su granito de arena para financiar el incremento de los costos.
Paradójico que mientras el ministro Adán Chávez se dedica a agredir a las instituciones privadas enrostrándole los subsidios que a alguna de ellas suministra el Estado y lo dedican al trabajo social, no se ocupa de darle una mano a los estratos populares más pobres para sacarlos del marasmo al que se les sentencia con la educación de pobre calidad que reciben.
Preferible que los escolares, los bachilleres, aprendan cómo salir de la pobreza y alcanzar las oportunidades que depara la vida, en lugar de recibir adoctrinamiento socialista de la peor de sus especies. REGRESAR |