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Después de la eliminación de Venezuela, nada podía ser mejor que una final entre Brasil y Argentina. Ayer, tras 20 días de competencia, los ojos de todos los fanáticos venezolanos, algunos dicen que los de toda América, se centraron en el estadio José Encarnación "Pachencho" Romero para seguir el juego más importante del torneo que durante tres semanas hizo vibrar a nueve estados de este país.
En Maracaibo nadie se quería perder la fiesta que comenzó a las 3:15 de la tarde con cientos de bailarines que, con sus coloridos trajes típicos, danzaron bajo el embrujo de los diferentes ritmos que identifican a esta calurosa y amigable ciudad. Todas las expresiones musicales (desde la tecnocumbia, pop, tambores y gaitas) encendieron la última fiesta de la Copa venezolana.
Antes del partido decisivo, la grama del estadio maracaibero se convirtió en uno de los escenarios más grandes y calurosos que se hayan recordado. Bajo la coordinación de Joaquín Riviera (¿cuándo no?) cantantes reconocidos como Neguito Borjas, Betulio Medina y Argenis Carrullo, los grupos Tacupae y Voz veis, así como Liz y la bailarina Yolanda Moreno hicieron vibrar todos los rincones del estadio ante una multitud que desde el mediodía retó al picante sol para ocupar sus puestos.
La fiesta de la final terminó de darle el toque venezolano a esta edición de la Copa América, un torneo que comenzó con problemas organizativos pero que con el paso de los partidos mejoró al punto que la mayoría de periodistas extranjeros alabaron el certamen.
Argentina, que salió de favorita, se llevó los más sonoros aplausos antes del desafío.
Todo lleno.
Desde el viernes, en las recepciones los hoteles se armaban discusiones entre los visitantes para encontrar una habitación. En las calles y en el estadio se escuchaban diferentes acentos. Familias completas con camisetas canarinhas que hablaban portugués, grandes grupos con franelas albiceletes que entonaban cánticos sureños, y gente de todos los rincones de este país se juntaron en la entrada del parque deportivo.
Además de la lucha en el campo, en las tribunas algunos peleaban por sus sillas.
"¡No encuentro el número 11!, ¡Señora, aquí voy yo!, ¡Estoy aquí desde la una de la tarde y no me voy a levantar!", eran las frases que se escuchaban de los fanáticos que batían al aire sus boletos.
No hubo puesto para todos. Ni siquiera todos los periodistas que optaron por obtener un ticket lograron entrar al desafío, pues las solicitudes sobrepasaron las expectativas.
Terminó la Copa América y se siente la nostalgia. Se va a extrañar a los autobuses rojos que conducían a los equipos por las ciudades sedes, así como las aglomeraciones en los sitios de práctica de las selecciones. Pero lo que seguramente pocos anhelarán será la canción oficial de Juan Carlos Luces. REGRESAR |
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