Ningún venezolano lo admitiría públicamente. Pero, eso sí. Todos han caído: si no tienes una cuenta en el extranjero, si te retrasaste con la entrega de las carpetas y los recaudos de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), si te fuiste antes de que el banco respondiera. Es más, si decides emigrar del país, vender tu casa y probar suerte en otra parte, es seguro que tendrás que acudir al mercado informal de divisas.
El hecho de que no se hable de él -porque no está permitido-, no significa que no exista. El mercado alternativo está ahí. Y cada día se oscurece más.
'Ya no puedo con Venezuela. Mi paciencia se agotó', dijo un padre de familia, profesional, asalariado, con hijos pequeños. Se quiere establecer en Estados Unidos. Pero no tiene como llevarse su dinero: 'Esto es un corralito. Aquí, o acudes al mercado paralelo o lo dejas todo aquí'.
Por un trance similar pasó un profesor universitario, quien pidió no revelar su identidad, al igual que el resto de los consultados para esta nota, que cuentan los mecanismos para poner las manos sobre un billete verde e incluso, sobre uno de colores.
El expatriado en bolívares
Él se llamará Luis. Se fue del país y no tiene cómo sacar sus ahorros. ¿Por qué? Porque ninguno de los sistemas oficiales para adquirir divisas contempla casos como el suyo: ni Cadivi, ni el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (Sitme), que controla el Banco Central de Venezuela (BCV).
Antes de que el organismo publicara el instructivo definitivo, una hoja de trabajo preliminar sostenía que las personas naturales podrían adquirir títulos 'hasta por un máximo de 150.000 dólares anuales por venta de activo tangible, siempre y cuando la persona o núcleo familiar cambie de residencia al exterior'.
Luis se emocionó. Pero su alegría pronto se vino abajo. Esa noticia, que El Mundo publicó el 10 de junio, se desvaneció en la versión final del instructivo, que solo permite participar por motivos de remesas familiares, estudios en el exterior, viajes al exterior, servicios profesionales y casos especiales de salud, educación, cultura y deporte.
'El artículo lo sacaron, lo echaron para atrás. Cadivi tampoco establece nada', dice Luis. 'Así que todo es muy informal'.
¿Qué hizo entonces? 'De a poquito'. Se puso a comprar dólares de a poquito: 'Cuando las cantidades son grandes siempre procuro que sea a través de transacciones'. Tiene cuidado. También procura que esas transacciones sean entre $1.000 y $8.000, a lo sumo, para no prender alarmas en el banco por legitimación de capitales. Explicarle al mundo las restricciones del control de cambio en Venezuela no es fácil.
Luis dejó un poder en manos de sus familiares para que puedan administrar sus bolívares en su ausencia, hasta que el camino para repatriar sus ahorros se aclare.
La que le sacó punta a internet
Eulalia tiene 27 años de edad. Su papá la reclamó desde Estados Unidos y fue así como ella obtuvo la nacionalidad de ese país. Se fue. Renunció a su trabajo, reunió sus ahorros y se despidió de Venezuela, sin un penny en el bolsillo: 'Pedí mi cupo de viajero Cadivi pero no me lo dieron. Y no recibí ninguna explicación'.
Aunque su pasaje era solo de ida, la agencia de viajes le dio un itinerario con fecha de regreso, para que pudiera hacer el trámite. Llenó sus carpetas, con sus separadores, se fue al banco y nada.
Pero se le encendió un bombillo con la asignación de dólares para gastos por internet: 'En la página de American Express, con el cupo de dólares electrónico, pude comprar una tarjeta prepago', cuenta. 'Es como una gift-card, que me permite usar el dinero para lo que sea: no solo compras electrónicas, sino sacarlo en efectivo'. Pero el cupo asignado por persona no supera los 400 dólares. ¿Qué hizo? Agotó su cupo del año pasado y el de este año. ¿Cómo podría tener más dinero? Si junta el cupo de internet de varios familiares.
'El resto de mi plata está atrapada en bolívares en el Banco de Venezuela, con mi liquidación'. Y, al igual que Luis, dejó en manos de su mamá un poder para que pudiera actuar por ella.
Estudiantes: ¡encomiéndense!
Ana está preparando papeles para irse a estudiar por un año a Europa. De Cadivi depende: 'Todavía no tengo el pasaje y sin eso no puedo hacer nada', dice. 'En mi opinión es una tranca muy grande que te lo exijan, porque una vez que puedes adquirir el pasaje, la lentitud del proceso hace que te quedes sin nada. Sobre todo porque el resto de las cosas que debes adelantar, no espera'.
Como estudiante, ¿ha probado el Sitme? De momento, Ana no lo ve como una opción segura. De nuevo: ¿qué hace? Acude a sus amigos: 'Encontré alguien que me los vende muy por encima del último dólar permuta'. Todas estas transacciones las hace en cash, efectivo para llevar.
El que confía en los mecanismos
Arturo es economista. Y ya está preinscrito para una maestría en la Universidad Autónoma de Barcelona, España. En 2006 estuvo en Italia y no tuvo mayores problemas con el sistema Cadivi: 'Existen algunas irregularidades. Pero aún funciona. Lo engorroso son los trámites'.
Él sabe que hay que ponerse creativo: 'Vivimos bajo un tipo de cambio fijo que, para abrirse oportunidades, se ha convertido paralelamente en un tipo de cambio variable'.
Traducción: 'Al ver cómo se les restringen sus oportunidades, las personas buscan alternativas que resultan teóricamente desfavorables ante el poder adquisitivo promedio'. Es decir, compran divisas a tasas superiores a las oficiales, 'pero favorables para poder cumplir con metas personales'. Es la lógica del 'pago más', pero 'lo tengo seguro'.
A él, el nuevo sistema del BCV le parece que arranca sin convencer mucho. Pero se resiste.
Arturo se resiste a comprar en el llamado mercado paralelo: 'Pero creo que 80% de las personas lo hacen', afirma.
¿Cómo funciona? 'Por lo general este mercado es fijado basándose en la relación entre las reservas internacionales y el dinero circulante o bien, a través el valor de las cotizaciones de algunos bonos en Venezuela y Estados Unidos', explica el economista.
'También muchos revendedores fijan su precio de manera 'informal', de acuerdo a como va el día a día'. Él se considera 'chapado a la antigua': 'Creo en el dinero que se puede hacer o lograr en el país de destino bajo tus propios medios y por el buen camino, sumado a lo poco que nos 'ofrece' el sistema venezolano'.
Es un tema de estrategia. Arturo dice: 'Las cosas son, dependiendo de como te muevas'. Así como a Eulalia se le prendió el bombillo para obtener verdes 'de manera legal', Arturo cree que siempre habrá alguna posibilidad. REGRESAR |